¡ES EL
MEDIOCENTRO, ESTÚPIDO!
Permitan que
recurra al sobado aserto de Clinton
referido a la economía en la gobernanza política, pero es un desahogo por el
hartazgo sobre lo que llevamos escrito respecto a la situación del Real Madrid:
ni Kroos ni Modric, siendo excelentes jugadores, son mediocentros.
Y lo
señalamos desde que Ancelotti puso
ahí al alemán, si bien es cierto que tras la marcha imprevista de Alonso solo tenía a Illarra – menudo partido hizo contra el
Sevilla el sábado —, en quien dejó de confiar demasiado pronto por un mal
partido en Alemania.
Benítez empezó esta liga con el equipo del
sábado contra el Barcelona y, percatado de lo anterior, sacó enseguida a Casemiro, que ha sido su equilibrio,
consiguiendo una racha importante invicto. Por eso el título de este artículo,
sin ir dirigido contra nadie, como reflexión para opinantes, futboleros y
periodistas que han hablado de mal juego
o excesivas precauciones defensivas, alabando a Keylor como el equilibrio blanco.
El portero costarricense ha estado bien, como cabe esperar del sustituto
de Casillas, y con sus buenas
intervenciones ha evitado goles, pero nunca ha sido el eje del Madrid. Ese
tiene un nombre: Casemiro.
Los tres
primeros goles del Barça vinieron por el mismo sitio. La corona del área blanca
era un merengue por donde Sergi Roberto
e Iniesta, sobre todo, metieron sus
botas e inteligencia como cuchillos de tarta. Y tras el golazo del extraordinario
manchego, que ha heredado el sitio del inolvidable Xavi, se acabaron el partido y los pitos a Piqué. Un encuentro que pudo quedar cero a ocho, uno a siete, o
cero a seis porque, paradójicamente, la suerte estuvo esta vez del lado
madridista y le evitó un bochorno escandaloso.
Si hubiera estado Casillas, los forofos paniaguados que Mourinho dejo como herencia entre los
aficionados blancos, y los periodistas de su cuerda, le hubieran echado parte
de la culpa, pero tampoco su sucesor pudo hacer nada para evitar la debacle.
Solo la enorme superioridad blaugrana desde el minuto uno explica la goleada, y
la suerte, como decíamos, impidió que fuera la mayor humillación madridista de
su historia.
Benítez ha
cavado su tumba porque Pérez no le
va a perdonar el bochorno de las pañoladas y los gritos mayoritarios de
“Florentino dimisión” que se escucharon en el descanso y al final del partido,
por mucho que subieran el volumen de la megafonía del estadio. Su ingobernable
soberbia se lo impide, a pesar de que tiene buena parte de la culpa de los
pesares presentes del Real. Como hemos reiterado también, la plantilla está
hecha a la imagen y semejanza de los gustos futboleros del presidente, que para
eso ficha y desficha él. Un grupo abarrotado de medias puntas y con un solo especialista
en el medio centro.
En cuanto se
supo la alineación de Benítez, medida política
por lo de agradar al palco y a ciertos jugadores en detrimento de sus
convicciones, algunos aventuramos que el Barça le pasaría por encima al Madrid.
Y ocurrió lo que decíamos a los compañeros de tribuna. Lo sorprendente es que
tal realidad no la previeran quienes tienen muchas razones para apreciarla,
porque tampoco era tan difícil el pronóstico. Enfrentar a Kroos, Modric y James, con el supuesto apoyo de Bale, a Iniesta, Rakitic y Sergi Roberto, con el soporte del seguramente mejor
mediocentro europeo y del mundo, Busquets,
al decir de los técnicos más reputados, es una apuesta segura al fracaso. Nunca
sabremos lo que hubiera pasado si en lugar del galés o del alemán, en un estado
de baja forma preocupante, hubiese jugado Casemiro por delante de los centrales,
dando cobertura tanto a los medios como a los laterales. Marcelo subió con timidez y Danilo
ni eso, porque Modric y Kroos, en línea, no pudieron nunca con sus rivales y a
ellos les llegaban siempre los culés en superioridad, igual que a los
centrales.
Otros temas
inquietantes son el físico y las lesiones blancas. Y es que, como dicen en
privado algunos futbolistas de peso específico, las pretemporadas que se
planifican y los servicios médicos del club no responden a las necesidades
deportivas, sino a intereses inconfesables.
Finalmente,
si lamentable fue no ver en el Madrid a ningún canterano, peor fue la presencia
de un solo español de inicio mientras que en el Barça lo hacían cinco
canteranos internacionales con España. Y en la grada blanca gritando ¡España,
España! Sería para animarles, digo yo. Penoso.
Y a todo
esto, sin Messi.
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