Algo
es algo, pero por fin parece que algunas caretas empiezan a decaer en este gran teatro de la burocracia
y el ‘y tú más’ y ‘yo en los tuyos’ en que han convertido a España
demasiados profesionales del trile y la politiquería. Y también, aunque en
serio, en nuestra madastra Europa.
En Europa
Porque
parece que anda el personal tomando posiciones ante lo que se adivina como un
triunfo electoral de la Sra Merkel
en Alemania en el próximo otoño. Si fuera así, que ya se ha cuidado ella con su
ortodoxia luterana económica y fiscal de ponernos a todos europeítos los pavos
a la sombra para hacer méritos, es posible que los vientos cambien. Hasta hace
un año estuvo haciendo de líder europea, pero desde ese tiempo acá está en su
bunker alemán cuidando de su gallinero y azuzando a sus primos centroeuropeos y
a los del norte para que nos sujeten a los supuestos derrochadores del sur. Si ganara, es muy
probable que vuelva a soplar nuestras velas en forma de facilidades
financiero-fiscales propiciadoras de más
gasto con el fin de que volvamos al gran supermercado alemán a comprar de todo.
Es lo que tiene el dinero, que ante su poder casi todo se iguala. Empezando
por las ideologías materialistas y
terminando por casi todas las demás.
En nuestro patio
Los de IU empiezan a ser lo que de
verdad son: comunistas ante todo. Y
han empezado por Andalucía, donde gracias a las necesidades del desmemoriado Griñán, por aquello de que se enteró de
los ERE´s por ajenos, llevan algún tiempo tocando pelo. El cuento viene de la
dramática situación de muchas familias abocadas al desahucio como consecuencia
de la mal explicada crisis económica que nos asola. Y en ése relato ocasional
han encontrado el clavo donde agarrar sus ansias depredadoras sobre la
propiedad privada. Con la loable excusa de amarrar a las culpabilísimas
entidades financieras, que lo son en gran medida, y evitar que echen a familias indefensas de
sus viviendas, se han sacado de la manga un decreto que afectará más si nadie
lo remedia a otras familias tan decentes como aquellas que con el producto de
su trabajo han invertido en viviendas más que en otras cosas, antes que
malgastárselo, y menos a los teóricos destinatarios de tan demagógica medida;
los bancos. Pero es bueno que asomen la patita. Porque ya está bien de hablar
de que comunismo es libertad y democracia en lugar de decir lo que realmente es.
Hay algunos, honrados, con los que se puede hablar de cuestiones respecto a la bondad de sus recetas sociales
y políticas y se puede estar de acuerdo o no con ellos, igual que con sus
igualitarios principios, pero cuando alguno empiezan hablando de libertad el asunto se
acaba, porque sólo hay que ponerles ante la tesitura de que citen algún caso en
la historia del mundo donde el comunismo en el poder la haya facilitado. Ni eso ni nada que tenga
que ver con la democracia plural participativa.
Marxismo
sí, como un método cuasi científico de analizar la historia evolutiva de la
humanidad en base a los cambios económicos y productivos, tan perfectamente
entendible como discutible, pero en cuanto a lo demás ya les dio la respuesta
su profeta Lenin cuando le hablaban
de libertad; “¿Libertad, para qué?”
Los socialistas están atravesando la era
donde los abandonó ZP y en su odisea tienen algunas ideas muy aprovechables. Por ejemplo la que le sugirió Rubalcaba a Rajoy de suprimir las diputaciones; la del catalán Navarro respecto a la necesidad
profiláctica de la abdicación del Rey en su hijo Felipe; o la actualísima de suprimir el senado y convertir ese
panteón de hombres ilustres en una verdadera cámara de representación
territorial donde los diputados regionales dirimieran sus preocupaciones.
Junto
a ellas por fin están hablando para que se les entienda de verdad proponiendo
subir impuestos a los ricos y a las grandes empresas; o, al menos, trabarles
para que puedan deducir menos con ingenierías fiscales de todo tipo. Eso es
socialismo, no lo de bajar impuestos, que decía el estulto Zapatero
en uno de sus descerebrados ataques utópicos. Cada mochuelo a su olivo.
Lo
de bajar impuestos para galvanizar la economía es de los otros, como bien
demostró y con notabilísimo éxito Aznar
en sus primeros años; magnífico presidente en aquella legislatura. La lástima
fueron los últimos, donde entre otros relevantes desatinos legó a este país a un
D. Mariano para la posteridad. ¡Vaya ojo tuvo el tío!
Y
los conservadores desconcertados con un presidente que a las primeras de cambio se puso el hábito
socialista, alegando alevosamente ignorancia,
y quemó su programa electoral basado en
las exitosas recetas liberales puestas en prácticas por el anterior gobierno
del PP y en su previsibilidad
personal, subiendo impuestos a troche y
moche machacando sobre todo a sus electores; retrasando presupuestos por
intereses partidistas – Andalucía-; improvisando cada trimestre una reforma que
acaba en estéril ‘coitus interruptus’- Reforma Laboral, Emprendedores, Reforma
Local, etc.-. Además de aprobar por consenso una estupenda Ley de control del
déficit público que se salta a la torera en cuanto le aprietan – Cataluña y Cia-
por aquello de no tomar decisiones valientes. Y de mantener el ruinoso árbol de nuestras AAPP
sin podar.
Un
Rajoy con más poder que nadie para poco. Ahora enarbola el valor de la discreción – reuniones
secretas- como forma de gobernar. Como
si hubiese tenido alguna vez otro en política. Discreto no, discretísimo en
todas las acepciones del término. Hasta el aburrimiento más supino para sus
propios. ¡Ay pena, penita, pena! Ojo a los movimientos de Esperanza Aguirre y Vidal Cuadras, entre otros.
Y
los demás a lo suyo; los nacionalistas llorando para mamar y Rosa Díez y
su UPyD predicando algunas cosas hermosas. Ya veremos. Por cierto, ¡vaya inquina le tiene Rajoy a Dña. Rosa
desde el principio!
En
fin, es bueno que caigan las caretas. Aunque muchos confíen más en lo que pueda
venir de Alemania. ¿O no?
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