Los
goleadores son las aves raras más deseadas y por eso son los futbolistas más
caros. Y también los más criticados, junto a los porteros, cuando no aciertan
en el momento cumbre del fútbol.
El gol es el
final y el comienzo de todo. El instante en que las gargantas se desatan porque
aflora la ansiedad contenida en jugadores, técnicos, directivos y aficionados. No
hay otra magia superior en este fantástico mundo. Y a veces, como admiraba el maestro Ibarra, surge la plástica en el
movimiento supremo de embocar la pelota. De ahí su lado artístico y la belleza
que también atesora el fútbol. Porque el arte es emoción y eso es lo que ocurre
tras un gol decisivo, y más cuando la estética encumbra ese instante. Entonces
surgen hasta los pañuelos laudatorios. Y de la retina pasan a ocupar su rincón
de gloria en nuestros recuerdos. Esos que se guardan para siempre en los
corazones. ¿Quién no tiene atesoradas unos cuantos goles de los jugadores que
alguna vez emocionaron? Son, de largo, junto a determinadas celebraciones, la
memoria viva del fútbol; permanecen en movimiento dentro de millones de
aficionados mientras las neuronas acompañan.
Para los españoles, el gol de Iniesta a Holanda, el de Torres a Alemania y el de Marcelino a la URRS. Para los
madridistas, aquellos de Di Stéfano,
Puskas, Gento, Serena, Mijatovic, Raúl, Zidane, Ramos, Cristiano o Bale en
Europa. Para los culés, los de Koeman,
Baquero, Ronaldinho, Messi, el
propio Iniesta e incluso alguno de Cruyff por su rara belleza intemporal,
como los más antiguos recordarán los inverosímiles de Kubala. Y qué Atlético no recuerda el de Luis Aragonés en la desgraciada final empatada y luego perdida
frente al Bayern, o el de Godín en
Lisboa entre otros que pudieron dar títulos en la también larga memoria de
desdichas colchoneras.
La selección
española de Luis Enrique anda
buscando otro Villa, como le
recordaba el sábado a mi amigo Faustino.
Busca con arrebato un goleador que convierta repetidamente algunas de las muchas
ocasiones que nuestros medios y jugadores de banda propician. En Valencia su pudo
golear a Noruega, pero la funesta carencia de gol puede llevarse por delante
las ilusiones que tantos queremos reverdecer. Jugando así puede que pocos nos
igualen, pero sin acierto será un fútbol estéril que a la larga y a la corta
los hace peores a todos. Es lo mismo que hemos reiterado respecto al Real
Madrid tras la pérdida de Cristiano.
Los buenos jugadores no se olvidan de jugar en pocos meses, pero necesitan el
remate certero que haga bueno su trabajo. Por eso, siempre ha habido
futbolistas que pasan desapercibidos en el juego y que, sin embargo, pasan a la
historia del partido porque la tocan cuatro veces y hacen dos goles. Y algunos
lo reiteran tanto y en momentos tan oportunos que forman parte de la grandeza
histórica de sus equipos. Raúl, por ejemplo, está en la del Madrid y no en la
de la Selección. Y Villa, por el contrario, estará más para siempre en la de
España que en la de sus muchos clubes, aun habiendo sido un goleador importante
en todos ellos.
Cristiano y
Messi, singularmente, estarán tanto en la de sus clubes como en la memoria de millones
de aficionados porque siguen marcando una época repartiéndose honores. El
comienzo del siglo XXI es suyo. Dos futbolistas que cuando se retiren será
difícil reeditarlos en demasiados años. Tantos como para pasar a legendarios de
generación en generación. La nuestra tendrá el placer inolvidable de haber visto
confrontarse en directo a dos de la
escasa docena de genios y artistas que el fútbol ha deparado. El luso como
goleador y el argentino como futbolista total y goleador también; quizás el más
completo de la historia, aunque con su
selección le falte capacidad de liderazgo.
GOLES
MURCIANOS
El Murcia ha
ganado un partido porque dos de sus delanteros acertaron después de muchos
meses. Y con notables bajas en el equipo. La pregunta es si ha cambiado mucho
su juego. Y seguramente la respuesta es no. La diferencia es el acierto de
delanteros y portero. Y la consecuencia, el ánimo para escapar de la zozobra
deportiva. Ojalá Algar dore el viejo
sueño de tantos: cantera y gloria.
Y ojalá
perseveren también los del Cartagena y el UCAM y el año que viene podamos
disfrutar la plata del fútbol patrio. Lo merecen sobradamente, pero goles son
amores y lo demás ruina.