Donde hay
goles hay alegría y sin ellos se aburren hasta las ovejas. Ya sé que es tan
cierto como de Perogrullo, pero hay
muchos que defienden el fútbol defensivo como otra forma de verlo y disfrutarlo.
Y es que, como le dijo el Gallo a Ortega y Gasset, presentado al torero sabio como filósofo por José María de Cossío, “tié q’haber
gente pa to”.
El jueves
pasado me aburrí con el partido que hicieron el Atleti y el Arsenal. Además de
ver solo un gol, bonito, eso sí; jugaron andando unos y otros hasta el minuto
setenta, cuando a los de Wenger se
les iba la eliminatoria. Y eso, tras disfrutar con los partidos que hicieron el
Madrid y el Bayern y el Liverpool y la Roma en Champions, parece que también es
fútbol. Pues sí, amigos, pero del cansino; cansa más verlo que seguramente
jugarlo.
Hay profesionales que también lo defienden, y
están en su derecho, como lo estamos muchos aficionados en denunciarlo. Algunas
veces se amparan en que con los mimbres que tienen no pueden jugar de otra
manera, pero mienten, o, al menos, no dicen toda la verdad. Simeone, por ejemplo, que es el paladín
del Atlético como don Florentino lo
es en el Madrid y Messi en el Barça,
ha llevado a su equipo a cotas importantes en España y en Europa, sin ninguna
duda, pero solo conocemos una versión de su equipo. La de si no nos marcan
normalmente debemos puntuar y la de si marcamos uno hay que defenderlo con uñas
y dientes. Y así ha ganado una Europa League, una Copa de España y una Liga
como títulos relevantes. Lo que nunca sabremos es lo que podría haber ganado
jugando de otra forma, porque jugadores tiene para tal. Recordemos las dos
finales de Champions contra el Real Madrid, al que tuvo contra las cuerdas en
Lisboa —ganaba por uno y le empató Ramos
en el último minuto— y en Milán, donde se conformó con llegar a los penaltis
tras empatar Carrasco el gol inicial
de Ramos; otra vez su verdugo. Es verdad que a su primera final llegó con el
equipo entre algodones, pero en la segunda pudo y debió hacer bastante más por
ganarla. Y seguramente lo merecía, pero no cambió el guion y como proclamaba Luis Aragonés nadie se acuerda de los
subcampeones.
También hay
otra forma de jugar que aburre si no hay goles, la del dominio apabullante sin
profundidad, pero eso es otra historia, aunque se vean algunos detalles para el
recuerdo. Como también se ven en el sistema Simeone: en el partido de ida de la
pasada semifinal el héroe fue Oblak
y en el de vuelta Godín, lo que
indica a las claras el relato de la eliminatoria.
Ahora se
está poniendo de moda el sistema de presión alta, robar y salir corriendo, que
es el que manejan dos técnicos atractivos por su filosofía futbolera que
medirán sus fuerzas en Kiev; Klopp y Zidane. Y está cayendo algo en desuso el
del toque y toque hasta encontrar la ocasión; el famoso tikitaka de la España
campeona de Luis y Del Bosque y del
Barça de Guardiola, que después
exportó a Bayern y ahora al Manchester City. Me gustan las dos formas de juego
por lo que tienen de belleza, pero el
primero, el basado en el acoso y la velocidad, tiene más garantía de gol y
sobre todo es más espectacular.
Por aquí
tenemos también el ejemplo de Salmerón,
el actual técnico del Murcia, que el año pasado decía en el UCAM, en Segunda,
que sus aficionados debían acostumbrarse a sufrir; y les aseguro que así fue.
Presencié en directo casi todos los partidos con él en el banquillo, dentro y
fuera, y salvo contra el Almería en la Condomina no me divertí en ninguno; tal
vez tenía la excusa de un presupuesto modesto. Pero este año, sin ese hándicap
y en Segunda B, hace jugar a su equipo exactamente igual. Tres medios
defensivos, balones largos a un delantero centro robusto y a esperar segunda
jugada. He visto todos los partidos de su Murcia y me aburre tanto como el año
pasado con los universitarios.
Pero ojo,
que aburrir también puede tener premio. Al UCAM lo subió a Segunda, aunque lo
dejó listo de papeles después, y este año puede subir al Murcia. Ojalá suceda,
lo que no quita para que su fútbol aburra hasta decir basta.
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