Con el
pronóstico liguero confirmado, nuestros tres grandes afrontan el sprint final
europeo. El Madrid ganará la Liga que tanto se le resiste a pesar de su juego
irregular, ya que es el mejor tuerto en el reino bicéfalo de los ciegos. El
Barça, la otra cabeza, sigue enjugascao con el disparate de rotaciones que Luis Enrique baraja de medio campo
hacia atrás, porque delante no se atreve ni le deja Messi. Y Zidane, a pesar
de que tuvo fortuna en Leganés y Éibar, otro tanto de lo mismo. Solo que rota
menos, porque en el centro también tiene a dos señalados desde la prensa y el
palco. Y claro, si arriba hay tres fijos —Ronaldo,
Bale y Benzema— y detrás cinco —Kroos,
Modric, Marcelo, Ramos y Navas—,
poco tela queda por cortar.
Esperemos
que en Europa no se confirmen los temores que también dijimos, porque Simeone
travista a los del Leiscester de blancos o blaugranas para mentalizar a los
suyos, que Luis Enrique compita de verdad en vez de distraerse viendo jugar a
sus artistas y no le ocurra en Turín lo de Málaga, y que Zidane acierte contra
los de Ancelotti y se deje de guiños
al palco para sacar a los mejores, que no son los supuestos buenos,
precisamente; Bale está para darle descanso, y Kroos, Modric y hasta Navas otro
tanto.
Vázquez, Kovacic, Casilla e Isco
están en mejor forma de largo, y Ronaldo necesita espacios para exprimir su
final de temporada, que como en años anteriores no es su mejor época. Deberían
sentar al otro solista, Bale, que tampoco anda en su mejor momento, y poner a
suministradores generosos de balones, aparte de la colaboración de Benzema o Morata con sus desmarques y salidas a
banda. Lucas Vázquez y Kovacic, además, ayudan por dentro y por fuera al
indispensable Casemiro en su
incesante labor de tapón por las fisuras de sus colegas de línea, Kroos y
Modric, que tienen el depósito de ideas y oxígeno en mínimos.
Se suman a
tales tinieblas las lesiones de Varane
y Pepe, por lo que Nacho deberá seguir confirmando que es
un jugador para acaparar más titularidades y no un comodín de usar y sentar,
tal y como lo tiene Zidane. Junto a Carvajal, es su defensa más en forma, y
Pérez debería poner velas a San
Isidro para que Ramos no se lastime,
que sería el acabose, y lo mismo con Marcelo,
que tampoco tendría repuesto. ¡Ay, la planificación deportiva del presidente orquesta
“fichaor”!
Luis Enrique,
como decíamos, deberá dejar los experimentos para la Liga perdida y centrar en
Europa sus esfuerzos si quiere aspirar a algo más que a la Copa del Rey, donde
son favoritos aunque harían bien en no confiarse. En todo caso, es más
relevante ahora mismo en el Barça el papel que quiera interpretar Messi que el
de su técnico, que ya sabe cuál es su sitio. Ver al argentino en Málaga jugando
por delante de los centrales para poner algún balón con peligro en el área
contraria es el mejor indicativo de por dónde van ahora los tiros blaugranas:
él juega, organiza, golea y dirige al equipo, y eso nunca ha sido una buena
referencia en el fútbol. Me recordó al declive de Cruyff en el Barça de Núñez
y al de Di Stéfano en el Madrid de Bernabéu, aunque ambos daban ya sus
últimos toques a un balón en el terreno de juego; uno veterano racional —ya le
gustaban más los despachos— y el otro por años. Pero el mejor jugador del
mundo, hoy, no está aún en ninguna de esas situaciones, y como no lo embriden
puede acabar definitivamente con la era dorada del Barça.
Y,
finalmente, Simeone debe engrasar bien su apuesta por un mejor juego, que aunque
le ha costado no pelear por la Liga es el argumento más sólido que tiene en
Europa y una magnífica apuesta de futuro. Si el Atlético quiere dar el saldo de
calidad que anhela, además de no vender a Griezmann,
debe reforzarse y andar el camino de los grandes de Europa, que lo fueron desde
un sello de fútbol creativo más allá de la seguridad defensiva y el tesón
legionario. Koque, Saúl y Carrasco, aparte de Godín
y sus alfiles Juanfran y Filipe, su goleador francés y Oblak son básicos, y debe buscar
recambio a los canteranos Gabi, por
edad, y Torres, ya cuesta abajo.
¡Suerte!,
que también juega.
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