Nuestros amables lectores permitirán que
volvamos a ser niños por un día y pidamos a Sus Majestades lo que pensamos
algunos futboleros de esta amada tierra murciana. ¡Ay, la sinceridad de
aquellos maravillosos años!
Nos gustaría
que sin perder un ápice de competitividad, que es muy diferente a rivalidad por
lo que tiene de intentar ser mejores sin quitar nada a nadie, viviéramos
apasionadamente los encuentros entre los equipos de nuestras devociones,
animando a los nuestros y jaleando su mejor juego, pero sin nada más.
Que la buena
actitud de sus profesionales o directivos fuera el ejemplo a seguir. Sería mano
de santo ver a Cristiano, Messi, Griezmann,
Adúriz, Vitolo, Illarra y
compañía competir a tope y dejar en el terreno de juego las vicisitudes que sus
lances generan, para terminar con un apretón de manos y, por qué no, valorando lo positivo propio y ajeno con la
lógica subjetividad, sin menoscabo de la objetividad que todo buen deportista siente
hacia sus adentros. Los aficionados,
entonces, serían capaces de comportarse como personas y no como niño mal
criados, cuando no incalificables sujetos del disparate.
A partir de
ahí, que gane siempre el mejor, o el que más suerte tenga; no olvidemos que el
fútbol es un juego, y a la semana siguiente más. Y puestos a pedir, sería agua
de mayo que los informadores y comentaristas guardaran el morbo ramplón de las
debilidades humanas, o supuestas, de
quienes visten de corto o largo en el fútbol; aspectos que poco tienen
que ver con el deporte. Otra cosa son los temas que afectan al decoro social
que todo personaje público, con
influencia en tantos millones de personas, debería tener como símbolo a imitar.
Y hablando de medios de comunicación y periodistas, algunos soñamos con que
algún día usen la riqueza del idioma
español, en lugar de manejar extranjerismos para bobos: hat-trick y similares.
El sumun de
nuestros sueños es que los equipos españoles sigan reinando en Europa y en el
mundo, y que Lopetegui, o quien
fuera, llevara a nuestra selección al nivel que la situó Luis Aragonés o su sucesor, Del
Bosque. Lo difícil será hallar otros Xavi,
Pujol, Senna, Raúl o Villa, o quitarles kilómetros a Iniesta, Casillas, Silva, Busquets, Torres, Piqué o Ramos, porque a Carvajal, Isco, Thiago, Javi, Asensio, De Gea, Vitolo, Morata, Sergi, Williams y demás, bastaría con hacerles jugar como saben; eso sí,
con la intensidad de los que nos llevaron a la cumbre.
A nivel
regional, quienes aún creemos en los Reyes Magos, imaginamos al Cartagena con
un gran equipo en Segunda y aspiraciones de coronar una trayectoria centenaria;
anhelo secular de tantos seguidores albinegros con el Efesé en el altar de sus
devociones.
Otro tanto con los futboleros lorquinos, que
ya tuvieron un muy buen equipo en Segunda con aquel Moreno Manzaneque que tanto sabía de fútbol, y que ahora tienen
divididos sus amores entre un equipo de Segunda B en manos extranjeras, y con
buena marcha con Algar al timón, y
otro en Tercera, también con buena pinta, manejado ahora por Pedro Cordero, que cuenta con el apoyo
de otros paisanos que saben de esto como
el que más; lo han demostrado. Ojalá aglutinen esfuerzos y aúnen la afición con
el éxito para que Lorca vuelva a pisar fuerte en el fútbol profesional.
Que el Jumilla
fuera imitado por el Yeclano, el Caravaca o aquel antiguo Alhameño.
Y que
volviéramos a disfrutar de otros Sornichero,
Juan Antonio, Borja, Macanás, Arango, Angelín, Ruiz Abellán, Añil, Melenchón, García, Vidaña, Pelegrín, Murciano y tantos etcétera legendarios.
Y en Murcia, que el clásico Real, el equipo más
relevante del fútbol murciano, dejara las
incertidumbres. Si es difícil salir del pozo de 2ª B para un equipo de su
trayectoria, superar la ruina económica todavía es más complicado. Algunos,
entre los que me encuentro, desde el murcianismo más sentido, pensamos que la
solución está extramuros, pero muy cerca. Concretamente en Guadalupe.
Soñamos con
ver esa gloriosa camiseta roja pimentón ilustrada con un UCAM, no menos
grandioso —la referencia del deporte olímpico español—, con el pantalón azul de
nuestros ancestros, como las medias azulgranas, y algún ribete
amarillo-oro-vaticano, con perdón. En el baloncesto se ha cumplido.
Pensando en
dueños, qué mejor que una institución con valores humanísticos y sociales valiosos,
antes que cualquier “mercantifle”.
Y que los
cainitas se tornaran fraternales. Que otros dejaran los gritos malsonantes y fueran educados. ¿Mucho soñar? Puede, pero más
inteligente y hermoso.