Hace años renuncié
a los programas basuras de fútbol, y desde el principio a sus inspiradores;
patios de porteras, gentuzilla y vecinos lenguaraces mal avenidos, por muchos
que desgraciadamente los sigan. El que
hace Josep Pedrerol es el prototipo.
Debería llamarlo Lenguones.
En ese
bodrio, seudocientíficos futboleros armados de pizarras y pantallas táctiles analizan
sin vergüenza circunstancias del juego. En ocasiones aciertan, como cualquier
aficionado con experiencia y años de grada, pero reiteran tópicos y tontunas
con menos gracia y enjundia que los machacas del chiste pringoso y
arreglamundos aburridores hasta el desespero.
Exfutbolistas
enganchados al sobrecito fácil, juntaletras de alquiler, técnicos de secano y
personajetes de medio pelo; pesebreros agradecidos; juguetean con balones
mientras alumbran sus excesos y gilipolleces ante la mirada soberbia de quien
los pastorea, censura, jalea, pica, corta y ningunea a placer, con el guión
preconcebido del que mueve sus hilos; la
marioneta útil al servicio del amo, rodeado de chismosos, recaderos, bufanderos
y forofos propios y ajenos, por aquello de vestir el muñeco, con menos
sapiencia que objetividad y lustre.
Vi la
temporada pasada el Barça-Madrid en el Nou Camp y el último en televisión. En
los dos ocurrió igual. Los blaugranas tuvieron ganado el partido si el coraje y
el acierto de jugadores y técnico hubiesen coincidido con su buen juego
ocasional, pero ni unos supieron rematar el partido ni el otro acertó con los
cambios. Los artistas fallaron con la puntilla y Luis Enrique sacó a Arda
Turan para encender las luces características merengues e ir a por el
partido. ¿Casualidad? Puede ser; no deja de ser un juego. Pero como decía un
antiguo jefe mío respecto de un compañero, “es que son muuchas tooonterías”.
Después, en
el telebasura de Pedrerol pusieron a caer de un burro a dos madridistas tan inconfundibles
como indudables, Valdano y Raúl, con aquello de que no son de la
causa blanca por no cebarse en varios errores del árbitro que supuestamente favorecían
al Barça. Quien haya jugado algo, y mucho más si ha intentado arbitrar un
partido, o ha visto suficiente fútbol; sabe que hay jugadas que se
valoran de forma distinta desde atrás, de lado o de frente, y el penalti de Mascherano a Lucas Vázquez a los dos minutos es paradigmático. En directo
pareció blando, repetido en diagonal en la tele dudoso, y solo cuando lo dieron
desde delante se aclaró. Hablamos de tres secuencias de lo mismo. El árbitro
seguía la jugada de cerca desde atrás y debía decidir en el acto. Fue la
circunstancia sancionadora más discutible, y al inicio. ¿Alguien puede asegurar
que resultó decisiva en el resultado? Pues los Pedreroles sí. Según ellos, el
Madrid no ganó por eso y achacan tibieza a los referidos exmerengues por no
jalearlo. Se puede ser menos tonto, pero más forofo no.
Desde que
tengo memoria, los árbitros protagonizan el entretenimiento de blancos y culés
en las barras de bar. Y siempre han cometido errores, beneficiando y
perjudicando a unos y otros hasta equipararlos. Nadie, desde la imparcialidad,
cree que en la historia lejana o reciente de estos clubes los árbitros hayan
tenido significancia, salvo los seguidores de la mayoría de sus rivales, sobre
todo los modestos, que hemos asistido reiteradamente a la tendencia generalizada
de favorecerles. Pero esto ocurre en todos los órdenes de la vida con los
poderosos. Por eso, cuando se duele algún forofo de los equipos privilegiados
tengo el ánimo dividido. Me río o sonrío, según el día ¿Qué sabrán los ricos de
injusticias sin padecer las de los pobres? En la Condomina hemos sufrido muchas.
Estos
aprendices de fantasmas incendiarios con capucha blanca de agujeros, la del Ku Klux
Klan, critican la amistad de algunos jugadores madridistas y barcelonistas.
¿Habrá algo más sano y deportivo? Aparte de jugar bien y ganar, no hay nada más
satisfactorio para quien compite que el reconocimiento del contrario. Y la
amistad es la leche.
Esos valores
son los que deberían resaltar, y no la basura que esparcen para ganarse a los
que luego critican si se desmandan. Cría cuervos… El
sumun de sus desvaríos es considerar a Del
Bosque, Casillas, Raúl o Valdano
antimadridistas —vean por donde viene el asunto—. Igual que en la acera
contraria tachan a Guardiola, Pujol o Zubizarreta
de anticulés. Tontarras hay para todos
los gustos.
Y, hablando
de programas, la objetividad y el análisis sereno de los comentaristas de Bein
Sports resulta encomiable. ¡Cunda el ejemplo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario