EL DEBATE
FALSO DEL GOL
Sorprende
que desde medios de comunicación importantes españoles se proclame,
pontificando, que al Madrid de Cristiano
o al Barça de Messi les falta gol. Y
eso ha ocurrido hasta la semana pasada; y sigue.
Y es que,
estamos acostumbrados a que los máximos goleadores de nuestra liga superen
últimamente con largueza la treintena de goles, cuando hasta el año 90 solo lo
habían hecho Zarra en la 50/51 con
38, Di Stéfano en la 56/67 con 31, Baltazar en la 88/89 con 35 y Hugo Sánchez en la siguiente con 38.
Incluso ha habido Pichichis con 14 goles, como Amancio en la 68/69, o con 16, como él mismo y Gárate en la siguiente.
Mientras
Cristiano y Messi conserven la forma es absurdo hablar de falta de gol en los
merengues y culés. Al margen de quién sean sus entrenadores, el portugués y el
argentino superarán los treinta o treinta y cinco goles por temporada, sin
contar con sus compañeros de ataque, que aseguran cifras también importantes. Neymar y Suárez andarán cerca de la quincena, cuando no la superen, lo mismo
que Bale y Benzema o quienes les sustituyan. Así, aunque será difícil repetir
los 50 de Messi en la 2011/12 o los 48 de Cristiano en la pasada, el Madrid y
el Barça estarán por el centenar de goles a favor jueguen como jueguen y los
dirija quien los dirija. Todo lo demás son cuentos para llenar páginas de
prensa y horas de radio o tele. Y para avivar polémicas absurdas, que de ello
viven determinados personajes acostumbrados más al infundio, a la palabra facilona
y a las tertulias vanas que al análisis sosegado de la realidad futbolística.
El Barça
empieza el año repitiendo sistema y jugadores porque sería de locos cambiar lo
que ha funcionado bien. Y el Real, por el contrario, apuesta por variar su
forma de juego e incluso la posición y nombre de algunos futbolistas porque
aspira a destronar a su eterno rival.
Así, fiel a
su costumbre, Benítez apuesta por
tres medias puntas con un delantero más arriba, surtidos de juego y con el
apoyo de dos medios centros y un lateral extremo, alternativamente salvo en
casos puntuales, porque el otro suele mantener su posición junto a los
centrales. Y en ese esquema, la novedad reside en que Bale ha dejado la banda
para jugar por detrás del compañero más en punta y Cristiano tiene barra libre
para entrar por donde quiera, a pesar de su querencia manifiesta de hacerlo
desde la izquierda. De hecho, una de las inquietudes veraniegas de vestuario ha
sido su negativa a jugar de delantero centro y su recelo respecto al papel del
galés, posicionado en el imaginario de don Florentino
como sustituto estrella del goleador portugués.
Ya veremos
cómo lidia el madrileño Benítez tan espinoso asunto, porque a los celos
naturales de estos grandes jugadores se suma el singularísimo del presidente
blanco, nada acostumbrado ni complaciente con que nadie le reste protagonismo a
su papel supremo en la casa blanca. A veces, como se ha comprobado hasta el
esperpento, este juego de tronos perjudica el objetivo común que deberían
presidir las decisiones deportivas en una institución como el Real Madrid.
Por otra
parte, para algunos es una pena que en el once blanco solo jueguen uno o dos
españoles, como ocurrió el otro día frente al Betis. Luego llegará el Barça al
Bernabéu, con cuatro o cinco internacionales de nuestra selección, y los
ingenuos de siempre sacarán banderas patrias para afearles; de risa.
Pero lo peor
es que Benítez sigue apostando, como Ancelotti,
por colocar a Kroos como medio
centro retrasado en detrimento del único especialista que tiene a sus órdenes: Casemiro. Y eso, contra rivales de
menor cuantía como Betis—claro aspirante al descenso salvo que refuerce su
defensa— o Gijón puede funcionar. Ahora bien, frente a los Atleti, Barça, Manchester
City, Chelsea, Bayern, etc., volverá a ser un punto débil. El alemán rinde a
medias en esa posición y en inferioridad a los puntales de esos equipos, porque
su verdadero sitio es de medio volante o media punta. Comparémoslo con Albelda en el Valencia o el mismo Alonso en el Liverpool de la mejor época
de Benítez.
En cuanto a
la selección, no le pidamos peras al olmo. Del
Bosque, fiel a su norma, confiará el gol a sus leales. Nunca fue un hombre
atrevido. El mejor delantero español de hoy, Adúriz, seguirá siendo un extraño.
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