CATALUÑA, DE
XAVI Y GASOL A GUARDIOLA
Desde aquí
hemos alabado los criterios futbolísticos de Guardiola, y también se ha censurado su vena política cuando abusa
de su situación para apoyar posiciones independentistas catalanas, tan fuera de
lugar como discutibles.
Su
excompañero Xavi, por el contrario,
ha dicho que no se debe politizar al Barça porque es un emblema mundial. Eso se
llama sentido común.
Y Gasol, tira de la selección española de
baloncesto sintiéndose tan catalán como español. Esto es valentía y claridad.
En medio de
la confusión, han pedido en Cataluña registrar la marca Liga Catalana de
Fútbol. Y desde la base radical, si se quiere, de creer que por ahí debíamos
haber empezado, me pasmo ante la flojera de las autoridades españolas.
En distintos
medios de comunicación, he defendido hasta el cansancio que cuando empezaron a
pedirse selecciones oficiales de fútbol en Cataluña y en el llamado País Vasco,
más allá de la RFEF, debería haber intervenido el pomposo Gobierno de España
para invitarlos a que lo hicieran, con el compromiso de apoyarlo en la UEFA y
en FIFA. La consecuencia inmediata sería que también organizaran sus propias
ligas, tal y como sucede en el Reino Unido. Les ahorro las valoraciones que ya
hemos expuesto varias veces, pero el resumen sería que tienen tanto que perder
que ellos mismos hubieran dado marcha atrás para evitarse el desastre de ver
minusvalorados a sus equipos fundamentales y a su fútbol; solo hay que ver lo
que ocurre en Gales y en Escocia.
Ante
peticiones extremas, hay que enfrentarlas a sus propias contradicciones, en
lugar de ir con paños calientes para calmar las ansias, normalmente egoístas e
insolidarias, de quienes las promueven.
Todo lo demás es mal acostumbrar, como a los niños, a que el que no
llora no mama. Y eso conlleva agravios comparativos inmensos a los que
mantienen el tinglado, desde esa mayoría silenciosa que tanto se ensalza como
se le machaca.
La cobardía
es patrimonio de quienes no se enfrentan con decisión a los grandes problemas,
amparados normalmente en la falsa prudencia, que no es más que falta de agallas
y de visión de futuro.
También creo
que lo de Cataluña no tiene solución. Son dos generaciones de catalanes
educados en las mentiras clamorosas de que no son españoles y que, además,
España les roba. Es difícil hallar allí a ciudadanos menores de cuarenta años
que conozcan la historia común que les unen al resto de españoles, por no
señalar su sangrante falta de conocimiento de la lengua que hablamos más de
quinientos millones de personas en el mundo; la tercera lengua más conocida,
tras el chino y el inglés.
Volviendo al
deporte y al fútbol, no deberíamos escandalizarnos de la realidad catalana,
cuando el poder español ha consentido todo tipo de desmanes. Acabando por los
pitos e insultos al himno y a la bandera de España en las últimas finales de
Copa, deberíamos empezar por el consentimiento que hubo con el Barça cuando se
negó a jugar otra final de Copa, hace años, estando incluso los equipos formados
en el estadio. Si entonces se hubiera sancionado a los azulgranas con años
suficientes de no participación en ninguna competición española, para que
reflexionaran, seguramente no estaríamos lamentando ahora las vejaciones a
España y a nuestras instituciones en los campos de fútbol.
Ya sé que
puede sonar a exagerado, por aquello de equiparar la sanción al hecho punible,
pero cuando tampoco se toman otras medidas, como las de la inteligencia que
decíamos: la de ponerlos ante sus contradicciones, que siempre es la mejor, algo
habría que hacer. Lo que conduce a las posturas de los Guardiola y compañía, es
precisamente lo mismo que ha conducido a la lamentable situación política y
social de Cataluña; no tiene billete de vuelta, salvo por la fuerza, y eso es,
a todas luces, un disparate.
Como
disparates sucesivos fueron las reiteradas cesiones políticas por parte de
todos los gobiernos españoles, todos, al ahora innombrable Pujol, antes protocolariamente honorable. La peor fue la cesión de
competencias en educación; el crisol donde se fundieron los aceros que ahora
nos lanzan.
Dice el
irresponsable y ‘tontarrera’ Mas, y no digo más por educación, que
la liga española no puede resistir sin los Madrid-Barça. Y yo le digo, que se
puede llevar a su equipo, si le sigue, adonde quiera. Ya está tardando.
Muchos nos
acordamos con nostalgia de cuando los españoles éramos de cualquier sitio y
compatriotas. ¡Qué lástima, tú!
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