SÁNCHEZ, LÍDER
Y SENADO DE FERIA
Pedro Sánchez ha llevado al PSOE a la campa electoral
catalana, y subasta promesas de feria desde su caseta. Travestido en charlatán,
porque se trata de ofrecer más por menos tal que el recordado Ramonet, se permite jugar al chalaneo
con una institución, el Senado, que junto a las Diputaciones —esto lo ofreció Rubalcaba—, entre otras, debería estar
en la lista sensata de gastos a eliminar para el necesario ahorro público. Apuesta
nunca afrontada con determinación por ningún gobierno de España.
No aprendemos.
Hace unos
días, señalábamos desde aquí que los culpables originales de la situación
irreversible que padece Cataluña han sido todos los presidentes de gobierno
españoles, mendigantes de los votos de Pujol,
sobre todo; que han vendido la dignidad nacional de España cediendo
competencias, con la educativa a la cabeza, sin ningún tipo de controles para
evitar derivas como la que ahora amenaza la convivencia ciudadana en general, y
que desde hace tiempo envenena la de los catalanes en particular.
Maragall, Carod, Montilla y Mas, son personajes menores en la
demencial deriva, a pesar del que el actual President se ha empeñado en hacer
de primer espada, tapado de cuarto por vergüenza, eso sí; cuando en cualquier
época pasada no hubiese pasado de becerrista salta tapias; siempre fue un
subalterno de poco brillo de su maestro Pujol.
Algunos
políticos como el socialista Sánchez no han aprendido nada de las consecuencias
de las sucesivas bajadas de pantalones. Prometer a los catalanes que si manda
en España trasladaría allí el Senado, es un disparate más en la larga cadena de
los que nos han traído el desmadre actual. Y no por el hecho en sí, que tan
inútil sería allí esta Cámara como lo es desde el principio en Madrid. Ni
porque se radicara en Barcelona, porque tendría tanto derecho como la capital
de la nación a albergarla, sino por lo que supone de zanahoria para buscar el
voto perdido del PSC, y por ende, del PSOE en las próximas elecciones
generales.
Y es un
desprecio insensato, otro más, a quienes sostenemos el tinglado público y
político español con nuestros impuestos. Como decíamos, en lugar de ver dónde
ahorrar para sangrar menos nuestros bolsillos, el líder socialista promete algo
que supondría para las arcas del Estado otra millonada estéril. Seguramente
estará pensando en consolidar su liderazgo con unos buenos resultados en
diciembre, y para ello sabe que es básico sacar a su franquicia catalana del
pozo donde se encuentra, después de haber sido primera fuerza en votos en su
zona en pasadas elecciones generales, ya muy lejanas por cierto.
La insensatez irresponsable
Es decir,
que puede prometer y promete desde su insensatez irresponsable, porque nadie le
pediría cuentas por ello ni él pondría un euro de su bolsillo ni del de su
partido, un despropósito público a costa de los paganos de siempre: los
contribuyentes, que asistimos pasmados a su lenguaraz discurso de feria.
Otra decepción en ciernes
Otro líder
demagogo y facilón, otro disparate político español y otra promesa electoral
que, de llevarse a cabo, sería otra puñalada trapera a los ya muy esquilmados
ciudadanos que dedican más de medio año de trabajo a pagar impuestos.
Fuimos
enormemente críticos con Zapatero,
lo somos con Rajoy —los dos peores presidentes de nuestra
democracia, con mucha diferencia sobre el siguiente—, y me temo que lo seríamos
con Sánchez, si llegara al poder con propuestas políticas como la que ha
expresado estos días en Cataluña.
La pena
sería que puede desperdiciar el capital político que ha acumulado en los
últimos tiempos, y que 2015, en lugar del “añón” que desde aquí le auguramos si
superaba con éxito la prueba andaluza y la municipal y autonómica, puede ser el
de su entierro político.
Y lo más
decepcionante, que su deriva demagógica actual sea un intento de huida de los
ruidos de cuchillos a sus espaldas. Eso demostraría dos cosas: que para
mantenerse o conseguir el poder es capaz de cualquier indignidad personal y
política, y que el PSOE sigue sin tener un discurso homogéneo en toda España,
ni es coherente con lo que cabría suponerle como partido vertebrador de la
nación. Realidades que se han puesto de manifiesto en diversos territorios
españoles y en algunas cuestiones básicas y otras de menor cuantía, defendiendo
determinados criterios y sus contrarios, según conviniera a su coyuntura
ocasional, para conseguir simpatías, votos y poder. Ahí radica, y aún no se han
dado cuenta, su pérdida paulatina de sufragio popular; millones de ciudadanos
que antes les votaban y ahora confían sus votos a Podemos, a Ciudadanos, a
formaciones diversas o, sencillamente, no votan.
El futuro socialista.
El PSOE
volverá a ser fuerte cuando logre estructurar un discurso nacional potente, que
aglutine una idea clara de España y defienda lo que debe caracterizar a una
formación socialdemócrata cierta.
Y eso no es
posible sin un liderazgo que sea capaz de ilusionar desde la claridad de ideas,
la honestidad, y la fortaleza personal y política para mantener criterios a
costa de dejarse los pelos necesarios en la gatera que sea menester.
Pedro
Sánchez, lamentablemente, apunta en la dirección contraria con su chalaneo
electoral respecto al Senado y Cataluña.
Enfrente, el
soso y ahora callejero Rajoy se frota las manos; ¡si tendrá suerte el tío!
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