De
fútbol hablamos todos sin cortapisas. Tanto los que hemos estado vinculado al
llamado deporte nacional de cualquier manera – aparte del de la envidia –, como
los que sin otras posibilidades ni obligaciones lo han hecho desde la grada o
el sillón-bol, que es otra forma de ejercitar el cuerpo con menos riesgo para
los meniscos.
Ayer
domingo tuvimos la fortuna de poder charlar en una sobremesa con mi amigo Pedro Vidal en La Manga, con su
entrañable Tina, maestra de verdad,
a los mandos. Este cartagenero urbanita del campo, licenciado en ‘buscavidas’ y
hasta maestro – máster, que se dice -, por la nada mentirosa ni endogámica universidad de la vida, con cuarenta y algunos años de
experiencia laboral empinando la olla familiar, que se dice pronto, me dijo
algo que excitó mis desgastadas neuronas: “Ancelotti
ha puesto en valor el Real Madrid”
Venimos
de una semana en la que se han evidenciado ciertas realidades. El Barça por fin
ha encontrado una manera más sensata de rentabilizar deportivamente el ruinoso
- por no hablar de desvergonzado - fichaje de Neymar. El conocido como Tata
Martino, que vaya manía tienen los hispanos con apodar a sus deportistas
con motes pretendidamente legendarios en cuanto empatan con alguien, tuvo el
acierto de colocarlo en la derecha del ataque blaugrana. De ese modo, el chico
pudo lucirse algo, que no es poco con lo que cae por la comanche Barcelona
futbolera, pero sobre todo dejó que el mejor jugador culé junto con Messi, el manchego Iniesta, desarrollara su excelso juego ayudando a media parte de
fútbol esplendoroso azulgrana. Ya era hora. En estas páginas venimos diciendo
desde septiembre que la banda izquierda barcelonistas es una multitud
improductiva con Alba o Adriano, Neymar y Messi; con dos, dada
su calidad, bastan.
El
Atlético tuvo su noche de gloria con el Milán, o Milan, que dicen los
pretenciosamente ilustrados – deberían seguir hablando en italiano a
continuación cuando lo llaman de esa manera, igual que los estultos del
hat-trick en inglés -. Y bastó que sus legionarios jugaran a tope de sus
posibilidades y un poco de suerte, porque de otra manera sería imposible dadas
sus características reales. Los colchoneros cuentan con un medio que corre más
que ningún otro del mundo, con el ‘metrónomo’ en la mano, Gabi, aunque no lo parezca. Y con dos ayudantes, Koque y Suárez, que aúnan calidad y fortaleza por igual, y unos medias
puntas muy diferentes pero igual de efectivos como Arda y Raúl García, que
unidos al ‘páncer’ Costa en estado de gracia y a la colaboración esporádica del eficaz
goleador Villa, derriban las
defensas enemigos a golpes. Si a ello le unimos una defensa rocosa en su centro
y dos laterales aplicados que parecen saetas en cuanto pueden, los ex
madridistas Philipe y Juanfran, con Courtois, uno de los mejores
porteros de mundo, hallaremos el secreto del bien ponderado Simeone. Todo un portento de equipo con
escaso fondo de armario, vivo y con posibilidades en la Liga y en la Copa de
Europa.
Es
otro ejemplo de la puesta en valor que decíamos. Por el contrario, el técnico
argentino del Barça ha menguado el del equipo que pusieron en sus manos. Sobre
todo al del espíritu Guardiola, que
como bien dice Xavi será siempre
incomparable a ningún otro. Con el entrenador catalán Neymar difícilmente hubiera
venido, y lo que es más grave, a Thiago nunca lo hubieran vendido. Al hijo de Mazinho se lo llevó él a Munich para
hacerlo figura por 15 M de euros; poco dinero en comparación con lo que se
mueve en esas alturas; sabiendo lo que podía esperar de su juego y dejando al
listillo Rosell ‘enjugascao’ con el
brasileiro, sus oscuras comisiones – por decir algo - y sus cosas.
Enfrente,
como bien decía mi amigo Pedro, el italiano ha puesto en valor al Madrid haciéndole
jugar a campeón, dando cancha a canteranos como Carvajal y Jesé, más su
apuesta de futuro por Illarra e Isco, al que tiene que pulir ciertos
desmayos; encontrando su sitio al excelente Modric y sabiendo marinear el tirón con el inicialmente lesionado Bale, y con los valores que ya tenían
los blancos: su mejor goleador de la historia, Cristiano, el ‘guadiana’ Benzema
y la brújula de Alonso, apoyados en
el espléndido Ramos, en Marcelo y en sus seguros porteros, Diego y Casillas, más el
contundente y alocado Pepe – qué
lástima de cabeza, por cierto-. ¿Y para cuándo Morata?
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