El
Secretario del Estado para el Deporte ha propiciado esta semana un gran debate
en la España futbolera y deportiva haciendo una loa al Fútbol Club Barcelona. Y
se puede criticar la oportunidad o no de su irrupción comunicativa, incluso es
muy discutible su apoyo directísimo a unos personajes que lo dirigen con más
sombras que luces, pero lo que dice es incuestionable.
Hay
pocos ejemplos, si es que los hay – Cardenal
dice que no -, que muevan tanto deporte bajo su marca, ni que sus equipos
sean más laureados, si salvamos al Real Madrid en fútbol y baloncesto o al
antiguo Liceo Caixa Galicia en hockey sobre patines. O que apoye tanto como sus
equipos a sus canteras. Otra cosa es que pague más impuestos que nadie, que eso
habría que verlo.
Ahora
bien, lo de que pertenece a la marca España es bastante matizable.
Efectivamente lo es por cuanto en el mundo compiten como equipos españoles,
pero muy a su pesar por culpa precisamente de sus dirigentes y muchos de sus
aficionados catalanes, bien cebados por los políticos oportunistas de turno.
Y,
finalmente respecto del responsable del deporte español, es impresentable que
insinúe la existencia de una conspiración anti Barça con el epicentro claro en
Madrid. Menos mal que no ha dicho en el Madrid blanco, pero eso parece
desprenderse de sus palabras.
Cuestión
distinta han sido sus diferentes deportistas que han competido sin nada que
reprocharles, sino todo lo contrario, con las distintas selecciones españolas.
Y como ejemplos tenemos los éxitos del hockey, waterpolo, baloncesto y fútbol,
sobre todo. A nadie se le oculta que la gloria de nuestros futbolistas
internacionales en los dos últimas Eurocopas del 98 y 2.002, y en el Mundial
del 2.000, se basó en gran medida en el estilo de juego del Barça y en sus
jugadores. Los Xavi, Iniesta, Pujol, Piqué, Busquets, Pedro, Cesc, o Alba así lo atestiguan. Con su técnico
detrás, claro. Y de eso se dio cuenta Luis
Aragonés, en primer lugar, y Del
Bosque le siguió a pie juntillas. Y dentro de esos deportistas catalanes
que han hecho bandera de nuestra selección no podemos olvidar a los baloncestistas
actuales Gasol y Navarro, o antaño Epì, que lo dan y dieron
todo por los colores españoles, incluso presumiendo de nuestra nacionalidad en
todo el mundo.
Otro
vocero habitual y respetado del fútbol, como Valdano, ha dicho que cuando se habla bien del Barça o de alguno de
sus futbolistas ejemplares, tipo Pujol, parece que en Madrid hubiera que
hacerlo en voz baja. Y en esto, aunque en otros temas sea también perfectamente
criticable, lleva más razón que un santo. Y lo hace con algo tan sensato como
la grandeza de reconocer los méritos del adversario. Y eso, sin ninguna duda,
es patrimonio de los fuertes; de quienes no van por la vida con complejos,
vamos. Hacerlo es hacer aún más grandes tus propios éxitos, al tiempo que un
ejemplo de excelencia deportiva y hasta humana.
Me
emociono cuando veo a Raúl halagando
a Guardiola, o cuando éste dice que
aquél ha sido el mejor futbolista español. Como cuando el único balón de oro patrio, el
gallego y ex barcelonista Luis Suárez,
dice que Di Stéfano es el más grande
de la historia. O cuando el atlético
Luis hablaba maravillas de su amigo madridista Paco Gento. Ejemplos hay para todos los gustos, pero éstos son los
buenos. Los productos del extremismo forofo son la grasa que le sobra al
deporte.
Y
llegamos a nuestra Región. El ‘Efesé no
anda muy allá, pero los blanquinegros parece que han encontrado el modo de
enderezar su rumbo económico, con Gómez por fin en el estribo. Pero el Real se
encuentra en fase terminal. Ahora sí, su centenaria historia está llegando a
término.
Al señor Samper parece que no
lo quedan conejos en la chistera, y salvo milagro de algún grupo inversor valiente,
pero mucho, su final llegará con ‘la calor’ del próximo verano. Demasiados
millones en la gatera oscura ‘samperiana’
para tan escasos recursos. Al final, el otrora todopoderoso mandamás de la Liga
de Fútbol Profesional, que en los años noventa, tras el ascenso del 93 a 2ª A,
no quiso meter al Murcia en el Plan de Saneamiento, será el enterrador póstumo
del equipo grana. Quien a hierro mata…
Pero ya hablaremos otro día de este triste asunto, con sus palanganeros
murcianos por medio. ¡Ay, Señor!
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