Viene
a decir Daniel Goleman en su libro
‘Inteligencia emocional’ que la adaptación al entorno es la mejor forma de
inteligencia. La tesis de tan ilustre pensador ha sido aceptada a todos los niveles
como un hallazgo relevante sobre los comportamientos humanos. Otros muchos
estudiosos de la psique humana y la voluntad han coincidido en que muchas veces
los que se testan como más inteligentes no garantizan resultados en la vida igual de
brillantes. Por eso, Colleman, acertaba analizando la realidad asegurando que
es más inteligente quien sabe ser junco, que no veleta, que quien se empeña en
combatir a todos los vientos, por mucha capacidad que éste tenga.
Viene
a colación lo anterior por la lucha sin cuartel que tiene Mourinho tratando de rehacer al Madrid a su imagen y semejanza contra
todo y contra todos, teniendo sólo en
cuenta a sus paniaguados y a quien se lo consiente. En lugar de adaptarse al
mejor equipo del siglo XX y aportar lo que mejor sepa o pueda para agrandar su
incomparable trayectoria pretende
perpetrar lo contrario. Que el Real se adapte a él dándole todo lo que pueda
para su mayor gloria personal. Claro que mientras se lo consienta D. Tancredo, un soberbio irredento, empedernido y recalcitrante como él
no cejará en su estéril empeño. Seguramente, en la psiquiatría encontraríamos
muchas de sus características estudiando el fenómeno patológico del narcisismo
más galopante.
Ahora
la ha tomado con la cantera. ¿Por qué?, pues porque desde diversos foros le
dicen la realidad en su cara: que él jamás ha sacado de verdad a ningún
canterano por ninguno de los equipos donde ha estado. Y eso, que podría
defenderlo desde su exitosa carrera porque en el fútbol como en tantas cosas
todo es cuestión de opciones, casi todas ellas válidas, le toca su fibra
egocéntrica y trata de evangelizar descalificando a quien no le baila el agua.
Su opción es la mercenaria, como la de tantos otros, y ésa puede ser tan buena
como las demás según cada equipo y sus circunstancias. A otros nos gusta más la
contraria, máxime en un equipo como el Madrid con casi todos los chavales de cualquier sitio de
España a su disposición, además de los suyos propios, como ha ocurrido a lo
largo de la historia. Nos apasiona, en definitiva, ver cómo cuaja en gran
futbolista un juvenil, o casi, cuando algún valiente le da oportunidades. De
ahí el éxito en todo tipo de audiencias y cantidad de seguidores recientes en
España y en el mundo de un equipo como el Barsa, en el que durante los cuatro
años de Guardiola, sobre todo, era raro el partido en el que no descubrías
un nuevo valor joven apretando y superando a muchas vacas sagradas
futbolísticas. Y, además, cómo aquéllos a quienes le daba oportunidades un
partido sí y otro también iban creciendo hasta ganarlo todo en su club y con
nuestra selección. Y eso, diga lo que diga el ínclito portugués, tiene
deportiva, humana e inteligentemente, sin discusión posible, muchísimo más
valor que hacer un equipo campeón a base
de talonario y jugadores ya contrastados en sus clubes de origen. Eso lo hace
cualquier profesional con los conocimientos básicos necesarios y un club rico a
su disposición, porque el cuento de ahormar egos en el vestuario de un club
como el del Madrid se acaban ante la
evidencia del prestigio deportivo de vestir esa camiseta y con las astronómicas
cifras que cobran por cualquier triunfo. No digamos nada sobre cualquier
campeonato. Ante esta verdad hay quien recuerda la mediocre etapa anterior de D. Florentino, sin reparar en que
aquella huida ante el ingobernable vestuario blanco de entonces la propició él
mismo, como luego reconoció, por su nefasto compadreo con las figuras más
destacadas.
Si
el Sr. Pérez, otro narcisista de pro, no
hubiese querido reinventar también el Madrid a mayor gloria propia, siguiendo
con los mimbres de la casa que se encontró, Del Bosque por ejemplo, otro gallo le hubiese cantado. Pero claro,
eso si presidiera con criterios futbolísticos y no con los puramente
interesados por las causas personales y
empresariales que también hemos reiterado tantas veces.
Concluyendo,
que antes fueron los árbitros, los ‘valdanos’, la prensa, la UEFA, la RFEF, los
técnicos rivales, futbolistas, ‘anti madridistas camuflados’ o el de la
moto. Ahora es Toril – técnico del filial- y mañana cualquiera. Mourinho, ‘su Madrid’ y sus forofos contra el mundo.
Ejemplo de una tontuna emocional de libro.
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