Barato,
barato; más o menos como la carne de pescuezo y la casquería o la morralla en
términos de productos de la mar. Es más, se podrían ofertar por cuartos o por
mitad de cuarto como en los años del hambre a los ojos de los cincuenta mil
clientes estafados con las cuotas participativas, que eran como acciones
cotizadas pero sin voz ni voto y han perdido todo su valor, y a los muchos más
engañados con las participaciones preferentes que recuperarán con merma y
dificultad; producto financiero de difícil entendimiento para la mayoría de
ellos y que se colocaba a modo de plazos fijos a cinco años – periodo pasado el
cual la caja las recompraría ( sic) - de
alta rentabilidad.
Dos espectáculos vergonzantes
El
lamentable espectáculo que dieron algunos de los consejeros de la extinta Caja
de Ahorros del Mediterráneo en la comisión de investigación de las Cortes
valencianas ha sido un botón de muestra de su catadura personal. Tuvieron el
descaro de declararse irresponsables porque no tenían la cualificación suficiente para el
cargo que desempeñaban, o que no les daban la información necesaria en los
consejos de administración o en las comisiones de control. Pero sí tenían,
desvergonzadamente, la guasa de cobrar jugosas dietas directas e indirectas y
canonjías diversas por no hacer ni enterarse de nada, según se desprende de sus
descargos, y de viajar a costa de la centenaria caja a celebrar sus inútiles
reuniones del más alto nivel a lugares como EEUU o Asia por aquello de que
quedaban a mano y en aras de los sacrificios que el cargo les exigía; lo más
probable. Aparte de los consejos de empresas participadas por la propia CAM a
los que pertenecían también con interesantes cobros de dietas y otras
prebendas. ¡Pobrecillos!, tanta renuncia y esfuerzo para ahora acabar
‘pregonaos’ por los ‘insaciables’ clientes que confiando en la centenaria institución
y en la supuesta capacidad de sus consejeros, vicepresidentes y presidentes que
la regían – por ello deberían haber estado allí-, amén de la profesionalidad y
sentido honesto del deber de sus máximos y mínimos ejecutivos, simplemente han
perdido sus ahorros o casi se han arruinado con ese invento de las citadas
cuotas – producto en exclusiva de la
CAM- o de aquel otro más generalizado y discutible de las participaciones
preferentes.
Y
el que están dando en la Audiencia Nacional sus recientes máximos ejecutivos-
directores generales, subdirectores y miembros del comité de dirección-es
bochornoso. Ninguno sabe nada sobre la paternidad de la ingeniería financiera
que dio lugar a los productos señalados, ni siquiera de los miles de millones
de euros, de centenas en centenas, en
los préstamos fallidos dados a las promotoras más sonadas y que les llevaron a
la quiebra. Ahora bien, de asegurarse millonarias pensiones e indemnizaciones
sí sabían.
Al final resultará que los responsables de las
altas finanzas de la CAM eran los
ordenanzas que hacían puerta en sus oficinas centrales y territoriales.
¡Ay!...si hubiera justicia.
Esperemos
que las distintas denuncias planteadas, y las que quedan por hacer para
extender la dación de explicaciones ante los tribunales a todos los mandarines,
en su distintas condiciones o representación, logren que estos sujetos a sus
propios ojos irresponsables, y sus congéneres de otras cajas y entidades
para-públicas, igualmente arruinadas, saquen a relucir las responsabilidades civiles
y penales que correspondan. Y que los otrora lucidos ‘sacapanzas’ y cofrades
del trinque penen sin remedio sus consecuencias.
¿Qué les deberán?
Cualquiera
de nosotros conocerá nombres más o menos lustrosos de personajes que han
proliferado como piojos en costura ocupando consejos de administración en cajas de ahorros y otros organismos que
ahora están en quiebra. Y no se han contentado, en su mayoría más
perniciosa a tenor de los resultados,
con ocupar solamente un puesto, sino que muchos de ellos han llegado a ostentar
simultáneamente varios cargos de
relumbrón y de holgado ‘parné’. Seguramente en proporción directa de los
méritos adquiridos ante los barandas de turno; no sabemos si basados en ocultas
donaciones económicas pre electorales o recaudadores paga púas ocasionales,
sociedades secretas, desenvoltura y descaro en el pegajoso arte de pegar
carteles, palmeros de postín en campaña, o de caciquil habilidad en llevar bajo
el brazo votos cautivos. Porque su valía personal ellos mismos la descartan. Una
vez sus padrinos en el poder coleccionan muy gustosos puestos de consejeros,
ejecutivos o asesorías en ámbitos muy diversos de la administración paralela.
¿Qué no les deberán quienes les nombraron?
Una somera lista
Les
propongo el ejercicio clarificador de hacer una lista con los nombres de quienes
conozcan y añádanles a continuación una
cualidad en función de cómo consideran que han resultado en su cargo: honrados
y eficientes, aprovechados sin vergüenza ni reparo, y paniaguados útiles que ni
fu ni fa. Seguro que entre los primeros les saldrán pocos, en el segundo
escalafón bastantes y en el tercero muchos más. Claro que, entre estos últimos,
no habrá ninguno que haya perjudicado sus intereses. Tontico, tontico, pero
para la casa aunque sea una piedra.
Y
no se olviden de clasificar bien a los auténticos fenómenos: aquellos que
ostentaran media docena o más de cargos. En la CAM, por ejemplo, había algunos
que todavía andan por ahí saliendo en las fotos con sus ‘jefes’, todos muy
sonrientes en actos oficiales, y trincando pasta gansa. ¿No les dará vergüenza?
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