Ocurre con los equipos que
basan su juego en la intensidad al margen de la calidad que tengan, que por eso
los hay en todas las categorías.
El Atlético es uno de los
seis mejores equipos españoles en la historia de nuestro fútbol, casi siempre
en el segundo escalón de ellos, por detrás del Real y del Barça y un poquito
por encima del Valencia, del Sevilla o del ahora en horas bajas Atlético de
Bilbao. A ese grupo cabecero se les han unido, incluso superándoles en ocasiones,
otros como el Español, el Betis, la Real Sociedad y los también históricos
Zaragoza y Deportivo de la Coruña en diferentes etapas. Cuestión distinta es el
fenómeno coyuntural del Villareal, unido obligatoriamente a su mentor Roig, que
ha aprovechado su moderna trayectoria implantando una envidiable política de
cantera.
Pero el Atlético es otra
historia. Ha alternado plantillas de una enorme calidad con otras, la mayoría,
en las que la garra y el juego de guerrillas han sido su santo y seña. De las etapas
mejores hay que recordar delanteras como aquella de los Ufarte, Luís, Gárate y Adelardo, con quienes llegó a estar dos temporadas el murciano Juan Antonio a finales de los sesenta
del siglo pasado, jugando de extremo izquierdo cuando era diestro, recogiendo
el once de un mítico como Enrique Collar.
Esos enormes jugadores con otros de menos nombre pero de enorme garra, fueron
quienes llegaron a la famosa final de la Copa de Europa contra el Bayern de
Munich de Beckenbauer,
y que tuvieron ganada hasta segundos antes del final con el espléndido gol de
falta directa del mítico Luis.
Hay que recordar también el
equipo presidido por el inolvidable Jesús
Gil y que entrenó Antic, que
ganó el doblete un año con jugadorazos como Pantic, Quico y compañía,
aunque después cayeran al pozo de segunda.
Son las luces y sombras del
equipo colchonero, en el han lucido jugadores tan dispares en épocas distintas
como los exquisitos Ben Barek, Luiz Pereira, Leivinha, Ayala, Manolo
o Futre, con otros que basaron su
juego en la garra y la pierna dura, como Martínez
Ovejero, Goicoechea, Jayo o el lateral Panadero
Díaz, por citar ejemplos paradigmáticos.
Sin embargo, si hay un sello
característico del Atlético es el de mimetizarse con el contrario. Así,
compiten con equipos de la mitad de la tabla o de ahí hacia abajo con sus
mismas armas, y con los grandes también. Si vemos un encuentro contra el Elche,
el Celta o el Granada este año, tendremos un Atlético corriendo como ellos para
ganar el partido por piernas o por algún destello de calidad de los mejores
jugadores que tiene, y, sin embargo, si es contra el Barça o el Madrid
contemplaremos a un equipo en el que sus jugadores, al margen de correr y meter
más la pierna, su identidad fundamental; sacarán sus mejores galas y hasta
alguno de ellos le mojará la oreja a las figuras blancas o culés, haciendo
alardes de igual o más categoría futbolística. A eso nos referíamos con el
mimetismo citado.
Y en Europa les ocurre
igual. De tal suerte que parece un Atlético diferente si juegan contra el
Chelsea o la Juventus, por decir algo, a que si lo hacen contra el Bayer
Leverkusen, tal y como ha ocurrido en su último encuentro de Champions. El miércoles
pasado se mimetizaron con los alemanes, que andan por la mitad de su tabla.
La diferencia con la
temporada pasada, aparte de que se le han ido jugadores básicos, es que
entonces todavía eran una sorpresa y fueron una apisonadora con los equipos
medianos y pequeños. Este año, los de abajo los tienen muy estudiados y ellos
siguen empeñados en jugar según sean sus rivales. Por eso, contra los grandes
siguen haciendo buenos partidos pero pierden sus opciones con los inferiores.
En todo caso, ¡grande el Atlético de Simeone!
Finalmente, nos
reafirmamos en que nuestros dos grandes no están inmersos en ninguna crisis,
como han demostrado en Europa, y que sufren lo normal de cada temporada: no son
máquinas y sus jugadores son tan de carne y hueso que siempre no están igual de
bien. A la postre, estarán disputando las dos competiciones fundamentales
porque su calidad, y la cantidad de la misma que tienen en sus plantillas,
están muy por encima de sus oponentes. Otra cosa es que lo ganen todo,
circunstancia que apenas ha ocurrido a lo largo de la historia.
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