Ya nos gustaría a muchos que
el asunto del reparto del dinero en el fútbol profesional se ajustara. Es
decir, que hubiera menos diferencia entre lo que ingresan unos y otros. Antes,
cuando no existía el maná televisivo publicitario, también manejaban
presupuestos muy diferentes los diversos equipos dependiendo del número de socios y aficionados que pasaban
por sus taquillas. Pero ahora, a esas grandes diferencias se han sumado otras
abismales. El resultado es el de una competición adulterada donde manda más el
dinero que el talento. El dinero que todo lo puede, claro. Y las consecuencias
de tal discriminación es que salvo hecatombe o accidente, y así se señala con
grandes titulares, el interés por un partido que enfrente a uno de los grandes,
dos o tres, con otro cualquiera es el de saber cuántos goles le meterá. A
algunos nos gustaba más cuando existía el picante de que un modesto, sobre todo
en su campo, tenía posibilidades de meterle mano al grande. Ahora es una
utopía.
Por eso, hemos señalado en
alguna ocasión la oportunidad de que puestas así las cosas, y sin solución a la
vista, sería preferible que los grandes españoles jugasen una liga europea con
sus pares de otros países. Al margen de ello, podrían tener filiales que
jugaran la liga nacional en igualdad de condiciones que el resto de equipos. Es
decir, recibiendo un trato económico más justo de los dineros televisivos
locales. De esa manera la liga española tendría el aliciente de que cualquiera
pudiera ganarla o, al menos, de que fuera normal que un modesto pudiera
hincarle el diente al poderoso. Ya sé que esto puede sonar también a utopía,
pero tal vez sea más factible que pensar en que Madrid o Barça vayan a
renunciar a sus tetas grandes en beneficio de los demás para favorecer el
espectáculo.
Otro cantar sería el encaje
de tal competición europea y de la conformidad del resto de países que pudieran
participar, pero mirando lo que ocurre en Alemania, donde el Bayern le saca ya
diez puntos al segundo al poco de empezar el campeonato, no creo que hubiera
grandes problemas. Y me pueden decir que allí no existen esas grandes
diferencias en el reparto de la tarta televisiva, pero sí esas grandes simas
competitivas entre los dos o tres grandes y el resto.
La liga más igualada es la
inglesa, con media docena de equipos que pueden razonablemente optar al título,
pero con mejor criterio también en el reparto de los dineros publicitarios
televisivos viven ahora mismo en la burbuja económica que proporcionan los
grandes magnates rusos, árabes o americanos que han comprado a varios grandes
clubes. Maná que algún día desaparecerá.
No creo, para concluir, que
sea tan difícil enjaretar una liga europea que sustituya las actuales
competiciones continentales en las que de alguna manera se reproducen ligas
parciales que podrían desembocar en una gran Liga de Europa. Y mantienen
también sus buenos dineros televisivos que diversos equipos aprovechan para plantear unos presupuestos u otros en
caso de pasar o no determinadas eliminatorias. Incluso, con la formula
analizada, el fútbol del continente europeo optaría a una parte mayor del
reparto mundial de la publicidad en eventos deportivos mundiales. Todo ello al
margen del interés competitivo que despertaría para muchas aficiones que se han
de conformar con la abrumadora superioridad de los grandes de cada lugar. Y,
con ello, seguramente se aumentarían las afluencias directas a los estadios. En
España ya es normal que el Madrid o el Barça, que antes agotaban las
localidades, apenas llenen tres cuartos de aforo en el mejor de los casos.
Por otra parte, y dentro de
la polémica por los bienintencionados baremos económicos puestos en marcha por
la LFP, aunque mal ejecutados por lo que tienen de discriminaciones como la
sufrida por el Real Murcia, sería muy bueno que se tomaran medidas serias como
las que se anuncian en el caso del amaño de partidos. Las últimas jornadas
deparan siempre resultados tan extraños como indicativos de tongo. Los
maletines llevan alas y plomo. Alas por cuanto corren y plomo por la vergüenza
que acarrean y esconden.
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