Así completaría el titular. Algunos amigos se sorprenden de que no me
haya referido al portugués sabiendo lo que pienso, estando en horas bajas. Y no
lo he hecho porque mi visión crítica sobre él, y del fútbol, no depende de
resultados, ni para lo bueno ni para lo malo. Además, lo del Madrid ahora les pasa a todos los equipos tarde o temprano. Otra cosa es que
ocurra lo que anuncié antes de empezar
la liga, advirtiendo sobre la posibilidad del mal de altura degenerando en una
catástrofe, como ya paso en 2.006, con fuga presidencial incluida.
El
tema del fenómeno luso es mucho más grave que ganar o perder unos partidos o un
título. Como he analizado muchas veces su trayectoria con datos, esos que no
mienten, simplemente referiré que los mismos hablan de un técnico que asegura
títulos a base de talonario pero que no hace equipo. Añadiendo, que eso pasa
porque para él lo importante son los cuartos y su currículum y no el club que
le paga. Y eso puede estar bien para equipos segundones con un potente ‘pagano’
detrás, pero no para el club más laureado de la
historia. Porque parece que la vena triunfal del Real ha empezado con el
narcisista portugués y su clan de mamporreros; esos que lo ponen por las nubes
mientras que están chupando a su vera: futbolistas de estómago agradecido,
‘tuercebotas’ diversos, y ‘llevaytraes’’;
‘jorgemenditos todos, o ‘chupaesquinas’ esperando una oportunidad. Habrá
que oír públicamente cuando no haya tetaa algunos de ellos. Coincidirán con lo
que relevantes ex profesionales madridistas de siempre hacen en privado, o
dejan entrever en los medios.
Cuando
afirmo que es un técnico mediocre tengo en cuenta varios clamores. Los primeros
derivan de su ceguera recalcitrante, causa de los sucesivos repasos que le dio
el Barsa de Guardiola en la mayoría
de sus enfrentamientos. Todos sabíamos, sin necesidad de ciencia, que en cuanto
dejara a sus extraordinarios futbolistas jugar como ellos saben, las tornas cambiarían, o se igualarían al
menos, como así fue. Empeñarse en poner a Pepe
de Di Stéfano, o a Coentrao por la derecha para marcar a Iniesta, ni más ni menos, sólo son dos
muestras significativas. En la frustrante pasada semifinal de Copa de Europa
con los alemanes, él tuvo la culpa retrasando al equipo cuando adquirió la
ventaja inicial, capando el vendaval de juego de sus muchachos que hubieran
podido golear fácilmente; echarle la culpa después a la mala suerte de los
penaltis es elevar a categoría futbolística lo que es una pura anécdota. Un buen técnico español como Benítez, calificó el estado de la
plantilla que le dejó en el Inter como de catastrófico. Esto puede ser
subjetivo, pero lo que no tiene discusión es que ningún equipo que ha dejado
levanta cabeza en años. Al contrario, fijémonos en la herencia que dejó Del Bosque al Madrid, Luis a la selección, o Guardiola al Barsa. Y, finalmente, el espectáculo de sacar a
cinco o seis delanteros esta temporada en los partidos que se le tuercen es
propio de equipos sin lustre; ‘tos a correr p’lante’, pelotazos a la olla y el
que la pille ‘pa’ él. De regional ramplona.
Cuando
se gana, la estrella es él; la derrota
es culpa de los árbitros, de sus jugadores, de la prensa, de las instituciones o
de gente del club, a los que hay que apestar. Y sólo apuesta por futbolistas
que coman en su mano llamándole papaíto. A los internacionales españoles que le
pueden mirar pensando que no le deben nada, ni en pintura, máxime si además tienen
amigos por ahí u opinan bien de otros técnicos. Y de canteranos para qué hablar.
¿Alguien sabe de algún futbolista que haya sacado, o reconvertido para mejorarlo? Sólo a Ramos de buen central, si es que le
quitó él la manía de ir al suelo enseguida.
Ahora
dice que pelear hasta el final y ganar casi siempre,o hacer remontadas legendarias,
es el verdadero señorío. Que lo demás es filosofía barata. Los que llevamos 50
años siguiendo al Madrid no hemos conocido otra cosa. Pero, además, saboreando
elegancia, deportividad, grandeza, respeto e infinidad de títulos.De señorío no
son los llantos indignos, las meteduras de todo, los ‘caballitos’ y demás vulgaridades,
tan reiterativas y variopintas en este
sujeto, haciendo antipático al Real; ¡el Madrid contra el mundo!
El
fenómeno Mourinho: rascas detrás y
sólo hay feria tan carísima como fulera.
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