La demagogia
y el verbo fácil son recursos dialécticos ventajistas para ocultar intenciones
o cubrir carencias argumentales. Otra cosa es mentir y una tercera sería hablar
por boca de ganso.
En la
renovación de Sergio Ramos se está
utilizando con profusión todo lo anterior. Que si el club está por encima de
sus futbolistas, por señeros que sean; evidente, siempre fue así desde Bernabéu y Di Stéfano y es una bandera institucional de cualquier club que se
precie. Que si el Madrid está mejor
gobernado en lo económico que el Barça y no quiere caer en sus errores; tan
claro como comparar balances y perspectivas a corto. O que si el ejemplo de la
marcha de Cristiano es un precedente
valioso; debería serlo, pero no para suponer que el Madrid hizo bien, que es
muy discutible, sino para evitar la misma imprevisión y sumarle al descosido de
los goles un roto en propia puerta. A veces, la concordia es más fácil de lo
que parece si no median choques de soberbias, como fue aquel caso y puede serlo
este.
Lo último ha
sido la afectada afirmación seudodramática de Pedrerol sobre que el Real Madrid da por perdido al
futbolista. Solo le faltó un pajarito a
lo Chaves y Maduro con gafas
florentinianas posado en su hombro para escenificar la gansada. Porque este chiringuitero
hace años que representa una destacada boca de ganso mediática para reproducir
la voz del amo Pérez.
El
presidente blanco, en un juego de estrategia negociadora, está lanzando sondas
como aviso a navegantes. Pero no es el único. Ramos también lo ha hecho en el
pasado e incluso recientemente. Como la filtración de una supuesta oferta del
PSG con intenciones, según sus voceros mediáticos, de hacer un equipo campeón
incorporando también a Messi.
Ni el Madrid
da por perdido a Ramos ni este ha recibido ninguna oferta real desde París,
aunque esté maniobrando para poder sentarse a negociar con Pérez guardando
algún as en la manga. Meras estrategias,
tan lógicas como legítimas.
Por otra
parte, el Madrid sigue arrastrando su desangelo sobre el césped. Es un equipo
sin alma o con el pecho hueco. Un aburrimiento de espectáculo sobre una desidia
colectiva. Y ese desalme tiene un responsable manifiesto. Zidane, aparte de devaluar el patrimonio deportivo del club
aferrándose a su desgastada guardia pretoriana y aburriendo a los jóvenes hasta
hacerlos mediocres —Vinicius es tal
vez el mejor reflejo—, haría bien en abreviar el trasteo y entrar a matar
cuanto antes con su dimisión en ristre; tanta mansedumbre cansa al respetable. Si un Bernabéu abarrotado fuera el escenario,
hace tiempo que hubiera dictado sentencia, aunque el francés ocupe para siempre
un lugar merecido en la mejor historia blanca.
Por el Barça
tampoco repican campanas a gloria. Al desastre global que dejó Bartomeu se suma ahora el navajeo entre
candidatos y hasta las discrepancias con su Gestora. Tusquets es quien mejor conoce la realidad blaugrana y maniobra
para evitar la quiebra. Por eso no debe extrañar la filtración del contrato de
Messi. Como ningún aspirante se atreve a afrontar la realidad de tan
inasumibles cifras en el contexto actual, les ha puesto frente a la
contradicción entre la incontestable ruina y su bienqueda forofista. Messi será
historia en junio y cuanto antes lo interioricen todos mejor. Ni él quiere
quedarse chapoteando en penurias ni ellos pueden soslayarlas ni tienen argumentos
palpables para convencerlo. ¡Adéu, nen!
La fortaleza
Simeone sigue inexpugnable. El
Atlético es el clásico equipo que sabe a lo que juega con fe en sus
posibilidades sin cambiar el guion aunque varíen los actores. Sale a ganar
siempre con la misma seguridad, apuntando a los cien puntos.
Decíamos
hace meses, cuando pareció flojear, que si mediara un delantero eficaz de los
que ha lucido en la luenga y fructífera etapa del argentino enlutado estaríamos
ante un equipo campeón. Y con el tiempo lo ha encontrado en Suárez. Y es que, a pesar de su visible
cojera, el uruguayo lleva catorce goles recién empezada la segunda vuelta. Una
cifra importante para un goleador de raza. Y sin ninguna duda, de seguir así el
generoso regalo del Barça, el Atlético ganará la Liga; otra cosa será la más
exigente Champions.
Los
obsequios de Bartomeu hacen felices al fútbol madrileño. El año pasado echando
a Valverde, para gozo del Madrid, y
Simeone debería encargar un camión de flores para enviárselo a tan excelsa
lumbrera culé.
¡Cuánto
disparate!
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