De fútbol no
entiende nadie porque nunca puede asegurarse nada. Si no, hacer quinielas sería
como ir a la oficina. Y su grandeza nos ha chorreado a la mayoría en esta
Champions. Y no solo por ser, como juego, imprevisible.
El gol es de
las pocas certezas porque mide exactamente la diferencia entre equipos y es el fielato
del triunfo y la derrota. Otra es que el coraje puede sustituir con éxito a la
táctica, a la estrategia, a los nombres y hasta a la calidad misma. Y la velocidad,
que es básica porque se trata de llegar al balón antes que el contrario.
El Liverpool
de Klopp, sin sus figuras, barrió de
Anfield al Barça de Messi tras un
infructuoso baño de juego una semana antes en Barcelona. Y la remontada fue tan
sorpresiva que el propio técnico alemán confesó que no se explicaba cómo lo
habían hecho sus jugadores. Sin Salah
ni Firminho, Origi, por ejemplo, quien apenas ha jugado esta temporada, se marcó
un partidazo con dos goles añadidos. El cuarto de su equipo en un sorprendente saque
de esquina, explica por qué el fútbol también es de pillos.
Punto y
aparte para Messi. Hace dos semanas dijimos que esta Champions podía refrendar
su gloria o sería el inicio del declive, como Cristiano había empezado el suyo. La pasada pronosticábamos su
sexto balón de oro, y el fútbol ha puesto las cosas en su sitio tan
imprevisible como grandiosamente. Además, reconozco otro error de apreciación.
Ensalcé que el Ajax y el Barça representaban las dos escuelas de Cruyff, pero así como los holandeses sí
lo representan, los culés no juegan a lo mismo desde que todo gira en torno al
argentino sin el abrumador dominio del balón por bandera. Los de Valverde, aguardando solo la genialidad
de su líder, fueron incapaces de controlar con posesión ni a las figuras ni a
los entusiastas de Liverpool en dos partidos apasionantes. Pero Messi, aun con
los lamentables pesares del ridículo mundial por dos escandalosas semifinales
seguidas perdidas, sigue siendo un futbolista incomparable. En Barcelona fue el
mejor de su desvaído equipo y en Liverpool el único que amenazó. Y llegamos a
la suerte, otro imprevisible factor diferencial. El Barça, con su escaso
impulso, también es cierto, pudo marcar fácilmente varios goles antes de ser
goleado. Con uno de ellos, hablaríamos de otra cosa.
Como le
ocurrió al Ajax. Los escasos centímetros que llevaron el remate de Ziyech al palo en lugar de a la red
determinaron su derrota. La suerte que precisa todo campeón, esta vez estuvo
del lado justo de la balanza. Los ingleses la merecieron en una segunda parte
donde la aparición del imán Llorente
y el retraso de Erikson al medio centro,
aciertos indiscutibles de un meritísimo Pochettino
sin Kane, también debería
enseñarse en las escuelas de fútbol, aparte del tripletazo con la zurda del
diestro Moura.
La última
lección es que el fútbol es un juego de plantilla y equipo. Los gloriosos
finalistas jugaron con suplentes por tener indisponibles a sus titulares. A
partir de ahora, cualquier técnico que justifique así una derrota quedará en mala
evidencia. Klopp y Pochettino lo demostraron.
Así ha
quedado Marcelino en Valencia,
excusándose en otra media falacia, el dinero, para justificar su impotencia
ante el Arsenal de Emery. Ayuda,
pero no es suficiente. Les pasaron por encima aquí por calidad, pero sumándole
velocidad, coraje y cabeza. El fútbol inglés nos ha destronado en Europa.
LA CALOR
MURCIANA
Los calores
anticipados nos han hecho perder la cabeza.
Así se explica el plante contra los
jugadores del Murcia por parte de su entorno consejero y peñista. Con todos mis
respetos ante el murcianismo en acción, que lo merece, pregunto: ¿tienen la
culpa de la nefasta gestión deportiva de directivos pasados o actuales, algunos
de los cuales reconocieron el previsible desastre que se avecinaba —¡daba igual
quedar décimos!— prescindiendo por caros de los que mejor estaban? ¿Se habían fichado ellos o puestos los sueldos? ¿Es lo que
merecen tras luchar bien hasta diciembre sin cobrar desde agosto, y ahora
todavía mal jugando con nóminas atrasadas?
¿Ustedes trabajarían entusiastamente sin cobrar?
Quienes no
metan la pierna, censura, pero a quienes hacen lo que pueden en tan difíciles
circunstancias, al menos, respeto.Acabemos la
temporada dignamente, y después, cabeza. Y en todo. Que desgraciadamente, las
bandas se caracterizan por ser un batiburrillo sin mando. ¿Quién maneja el
timón en el Murcia? Empecemos por ahí.
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