Porque sin
gol no hay nada. Y tampoco sin liderazgo. Quizá sea el resumen de lo vivido
este fin de semana y el mejor epítome de nuestro tiempo.
El Madrid,
sin los goles de Ronaldo, navega
difuso por esas aguas que siempre le distinguieron: calidad y lucha. El Barça
vuela con las alas de su omnisciente posesión, pero cuando le faltan las dianas
de Messi lo hace en círculo buitrero
y sin ambición tramontana, más allá de los excelsos detalles de sus
centrocampistas. Y el Atlético de Simeone
debe aprovechar al máximo sus escasas ocasiones de gol, fiel al estilo del
gaucho argentino: arrancadas de caballo pampero y redil cubierto. Por eso
repescaron a Torres, que evidencia
los estragos del paso del tiempo, y no han parada hasta retornar al pistolero Costa, quien después del cañonero Falcao ha sido su mejor delantero en
los últimos años; para acompañar al imprescindible artista Griezmann.
Los blancos
y culés disfrutan en los últimos diez años de lo mismo que los aficionados: uno
de los mejores goleadores históricos: Cristiano, en mi opinión el mejor; y del
mejor jugador del mundo, Messi; equiparable a Pelé o Maradona, dejando
aparte en ambos casos a los prototipos de futbolistas totales: Di Stéfano y Cruyff. Sin ser comparables, tal vez más los dos argentinos bajitos,
son futbolistas cuya aportación cambia radicalmente a sus equipos. El Madrid
sin el portugués es un buen equipo sin gol y el Barça sin el rosarino lo mismo.
Igual que el Atlético sin Griezmann sería un equipo vulgarote, por muchos
detalles asombrosos que alumbren Saúl,
Koke y compañía.
Era
sintomático ver a Simeone cabrearse hasta el paroxismo cuando cualquiera de sus
jugadores perdía un balón dividido, sabedor que ahí radica el espíritu de su
equipo. Es su forma de entender el fútbol. Y curioso ver a Zidane patear al aire cuando sus jugadores no acertaban de cara a
la portería alguna ocasión manifiesta. También es su carácter competitivo y conocedor
de que en la eficacia ante el gol reside la piedra angular de su proyecto. Valverde, al contrario, denota ser un
estudioso del juego por el aspecto calmo de su semblante ante cualquier incidencia
en el campo. Demuestra ser concienzudo en sus planteamientos aunque a veces
despiste con sus decisiones. Sacar el sábado de inicio en el magnífico estadio
atlético a André Gomes y mantenerlo
hasta el final, cambiándolo de banda cuando decidió percutir por la derecha con
Sergi Roberto y Deuloféu, lo que a la postre le dio el empate; denota que más allá
de su columna vertebral: Ter Stegen,
Piqué, Umtiti, Busquets, Messi y Suárez, no se casa con nadie para superar con evidente éxito la
pérdida de Neymar y sus filigranas.
Por donde ha pasado dejó buena huella y en el Atletic de Bilbao hizo el
doctorado que ahora le encumbra en uno de los cuatro o cinco mejores clubes del
mundo. Sin lugar a dudas Valverde es un excelente técnico, y a poco que le deje
trabajar en paz el siempre convulso entorno blaugrana puede marcar época. De
hecho, pocos apostábamos por la marcha actual en la Liga de su equipo tras la
debacle de este verano ante el Real Madrid y los acontecimientos del primer process
que puso a Barcelona en el mapa del mundo: el vodevil Neymar.
Aunque
todavía genera dudas en algunos, pienso que Zidane es un técnico tan valeroso
como metódico, y todo un líder; la alineación en Getafe lo manifiesta. Estar a
siete puntos del Barça y dejarse en casa o en el banquillo a Casemiro, Modric e Isco, supone que es el primer convencido de que sus
rotaciones son la clave del éxito que le acompaña, y que no va a renunciar a
ellas por muchas urgencias que le asedien. Y hace bien, pues no hay otro camino
para mantener enchufados a todos los componentes de la joven plantilla que
atesora; tan jóvenes como ya figuras. Quien desea ejercer su liderazgo en
cualquier actividad muere con sus ideas si es necesario. Y el francés, más allá
de la elegancia en todo, quiere ser incontestable en sus planteamientos competitivos.
Igual que
Simeone y lo mismo que apunta Valverde desde un perfil más bajo, de momento. En
el fútbol, goles y liderazgo van de la mano. Simeone consiguió desde el
principio bajar el foco de su club al césped, Zidane enseguida con mucho mérito
y Valverde ahora. Ánimo, porque su suerte será la nuestra.
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