UCAM Y REAL MURCIA
SUMAR ESFUERZOS Y UNIR PASIONES
Desde el
punto de vista del aficionado, el fútbol es sentimiento y hasta pasión, por
encima de gustos futboleros y modas. En mi caso, confieso que algunas veces todavía
me despierto preguntando si ha ganado el Murcia. Y es así desde niño, por
encima de otras querencias.
Ayer tomé un
bocado con mi familia en “La Viuda”, ese excelente bar de la Murcia profunda entre la calle Sagasta y
San Andrés, y nos presidía una foto de aquel equipo legendario de primeros de los
setenta cuajado de murcianos: Ponce,
Herrero, Murciano, Ruiz Abellán, Canito, Añil y López, junto a
los foráneos Ojeda, José, Vera Palmes y Juárez;
que con algunos retoques logró subir de Tercera a Primera en dos años
consecutivos. ¡Qué años! La pasión murcianista afloró por mis poros y el
regusto por lo que bien que jugaban me supo casi mejor que las excelentes
viandas que nos servían. Pero después,
disfrutando en la calle de las gotas de ‘perrogordo’ que nos caían del cielo,
se me hizo presente la realidad del fútbol actual: en el fútbol manda el dinero
por encima de todo lo demás.
Y pensé en
lo leído estos días en la prensa nacional sobre la guerra civil que llega al
fútbol de la capital murciana, con el muy meritorio ascenso del UCAM a 2ª A y
el difícil trance que asola al Real Murcia al quedarse de nuevo en el pozo de
la 2ª B. Conozco muy bien lo difícil que
es salir de ahí por haberlo vivido en primera persona, al caberme el honor de
presidir al Real Murcia cuando lo logramos en junio de 1.993, siendo más
difícil aún porque el campeón de la Liga regular, que fue nuestro caso, debía
ser también campeón de la Liguilla a cuatro posterior. Por eso entiendo la
angustia que estarán pasando sus directivos al afrontar una nueva temporada, y
la liquidación previa de la actual, desde la ruina económica más absoluta,
aparte de la desmoralización generalizada por la reciente frustración
deportiva; es muy meritorio su esfuerzo.
La cara de
esta situación es el exitazo del UCAM. Hace tiempo, cuando empezaba a cuajar la
Universidad Católica de Murcia y todavía no era el referente universitario
deportivo nacional y mundial en que se ha convertido por la inteligente y
apasionada apuesta de su creador, José
Luis Mendoza, escribí en este y en otros medios de comunicación que la UCAM
representaba el hito social más relevante sucedido en Murcia en el último medio
siglo, y quizás me quedé corto. Ciñéndonos exclusivamente a lo deportivo, este
final de temporada hemos tenido una muestra de su importancia con la exitosa
disputa del ascenso de su primer equipo de fútbol contra el Real Madrid, y la
honrosa eliminatoria por el título máximo en baloncesto contra el mismo equipo;
institución puntera y laureada en España, en Europa y en el mundo en ambos
deportes, y a la que golea la universidad murciana en el resto de especialidades
deportivas. ¿Alguien, al margen del magnífico visionario Mendoza, podía
imaginar eso en Murcia, y llevarlo a la práctica con éxito junto a su
extraordinario equipo de colaboradores? Ustedes mismos.
Con estas
premisas es razonable llegar a la conclusión con la que encabezo esta columna:
es el momento en Murcia de sumar esfuerzos y unir sentimientos, y de muchas más
cosas. Decía, además, otra obviedad: en el fútbol manda ahora el dinero por
encima de los sentimientos. La pasión se deja como migajas para los aficionados
por quienes se han adueñado de los clubes. No sé ustedes, pero yo no me
identificaría con un equipo en manos, con todos mis respetos, de un chino, un
árabe o un ruso, o cualquier otro conglomerado económico que sirva a intereses
que nada tienen que ver con el murcianismo. A la larga, lo venden, alquilan o
prostituyen sin otros fines que los suyos propios; hay numerosos ejemplos. Pero
es que tampoco me sirve que sea un inversor patrio, que, como también aventuré
hace años en un libro dedicado al Real Murcia, ya sabemos a dónde nos ha
conducido.
Si el
sentimiento murcianista no puede estar basado en lo que fue antaño: los socios
éramos los dueños del equipo, como se ha demostrado también, que sea una
institución como la UCAM la depositaria de nuestra pasión futbolera. Además de aportar
medios, trasciende para fines nobilísimos el mero interés monetario. ¡Aúpa
Murcia, y esos murcianos tan excepcionales que están haciendo historia!