EN BUSCA DE
LA EXCELENCIA
Recurro al
título del excelente manual para empresarios de los gurús Peter y Waterman, que
hizo furor en los ochenta y conserva una vigorosa vigencia, como resumen del
camino iniciado por nuestra selección en Francia. Solo un buen comienzo, sí,
pero el mejor juego hasta ahora de la Eurocopa y a gran distancia de lo
exhibido por los demás.
Buscamos el
tesoro que encontramos en el 2008 de la mano del gran innovador de nuestro
fútbol internacional, Luis Aragonés,
y que conservamos en el Mundial del 2010 y en la anterior Eurocopa del 2012 de
la mano de Del Bosque, perdido lamentablemente en Brasil hace dos años. Un
juego exquisito y dominador, a uno o dos toques, y a una velocidad superior a
todos, que procuraba una anticipación imprevisible y una eficacia sumamente
eficiente: la mejor relación entre goles
a favor y en contra resumía nuestra
excelencia futbolística; esa que ahora buscamos.
Es cierto
que no están Senna, Pujol, Villa, Alonso ni Xavi, entre otros; pero siguen Busquets,
Ramos, Piqué, Cesc, Silva, Pedro y don Andrés Iniesta, el mejor centrocampista del mundo ahora mismo, y
aparecen realidades importantes como Alba,
Juanfran, Koque, Morata o Nolito, sin reparar en que De Gea ha tomado el relevo del portero
español más laureado de todos los tiempos, Casillas.
Y aguardan los Adúriz, Thiago, Azpilicueta, Vázquez, Bellerín,
San José, Bartra, Rico, o los
ausentes Alcácer, Carvajal, Javi Martínez, Isco o Saúl, por citar algunos.
España está
en camino de reverdecer laureles con su ya mítico estilo de juego, que algunos
ningunean porque, tan increíble como humanamente, se han cansado de ganar con
la misma partitura. El día que algún iluminado trate de cambiar ese estilo
echaremos de menos nuestra envidiada excelencia. El juego eléctrico y bello
que, paciencia mediante porque ante su presencia todos se cierran, en tres o
cuatro chispazos nos lleva a la gloria de la belleza estética de su
culminación, ¡el gooooool!; ese grito que nos libera del estrés que genera la deleitosa
emoción contenida ante la mejor versión de este juego.
Sin volear
campanas y mientras algunos siguen empeñados en no disfrutarlo —¡Ay, los
forofismos estériles!— sigamos saboreando la maravilla española que nos ofrece
la acertada selección de Del Bosque.
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