ARREMPUJA’,
MARUJA
El fútbol,
como deporte, tiene unas exigencias básicas, y como juego, mucho más de azar
que de ciencia. Ahora vendrán algunos a dar explicaciones y hacer análisis
vacíos de toda realidad sobre lo que está ocurriendo en la recta final de esta
temporada, pero todo es mucho más sencillo que la sarta de gilipolleces que se
proclaman y escriben a menudo sobre el tema. Viene a cuento lo anterior por la
cansera que me produce escuchar las retransmisiones de partidos- es agradable
quitarle el sonido- de la tele cuando no voy al campo, porque de las tertulias
y de los programas futboleros paso de buena gana. Es angustioso oír hablar de
estrategias y demás tonterías seudocientíficas cuando de fútbol: juego más
deporte, se trata.
La velocidad
y la resistencia son básicas en cualquier juego basado en el esfuerzo físico,
pero antes que nada, como en todos, está la cabeza. Y, en los deportes de
contacto, además, los valores del corazón, la valentía y el coraje. Cabezo,
tronco y extremidades, que nos decían para señalar las partes de nuestro
cuerpo, pero por ese orden en cualquier deporte, y mucho de suerte cuando se
trata de un juego.
Así, si como
algunos aducen el Barça no estuviera bien físicamente no podría, como sucede,
jugar las segundas partes apabullando al contrario: partido contra el Atlético
y el sábado en San Sebastián. Otra cosa es el estado de ánimo y la confianza,
que radican en el cerebro, y la suerte, además de los contrarios, que también
juegan, como dicen los más avezados. Illarra,
el que no valía para el Madrid, hizo un partidazo jugando en su sitio, de medio
centro, y desde ahí desquició a los interiores y enganches culés; a Messi le robó media docena de balones
en otras tantas de sus temidas diagonales que tal vez hubieran cambiado el
partido. Fue una de las claves de la derrota blaugrana en Anoeta, así como
el gran partido del portero Rulli de la
Real. Igual que lo fueron Casemiro y
Navas, como señalamos el lunes
pasado, en la derrota frente al Real Madrid en el Nou Camp. También la suerte hizo acto de
presencia en ambos partidos. Recordemos el gol cantado que falló Suárez en Barcelona o el fantástico
remate de Messi que se marchó por
centímetros en la capital donostiarra. Detalles azarosos que marcan los
partidos.
El Madrid
fue a lo suyo en el Bernabéu contra los esforzados jugadores de Éibar, y apretó
en la primera parte para dormitar en la segunda, quizás pensando en el partido
clave que tiene el martes. Y el Atlético ha encontrado por fin la enorme
colaboración de un renacido Torres
para aspirar a todo en el este final de temporada, porque esa es otra. Los
jugadores tienen sus rachas y estados de forma particulares al margen del tono
general de cualquier equipo. Ahora, el rubio rojiblanco nos recuerda al que
deslumbró en Europa con España en Austria y es un estilete bien afilado en su
posición de delantero centro. Simeone
puede soñar con todo si tiene el acierto y la suerte de eliminar al Barça el
miércoles; Griezman y Torres pueden
ser la dupla atacante que le rediman de sus ancestrales penurias europeas. Lo
del francés viene siendo habitual, pero lo del madrileño tiene mucho que ver
con su cabeza: la confianza ganada de un mes aquí, cuando tanto se le resistía
hacer su gol cien colchonero. Como alguien dijo, y cuánta razón tenía, el
fútbol es un estado de ánimo, partiendo de lo básico: que el tronco y las
extremidades estén en condiciones competitivas.
Así que,
como titulaba, ¡arrempuja, Maruja!, que ahora vienen las cuestas finales. Los
de Simeone vienen empujando toda la temporada, porque no tienen otra, pero para
el Madrid y el Barça esta semana es clave.
Los
blaugranas tienen el miércoles su Rubicón particular: si pasan la complicada
eliminatoria de Champions, haciendo valer su mínima ventaja o ganando de nuevo,
tendrán mucho ganado para ser campeones de Europa y de Liga; de lo contrario,
lo más probable es que arrastren la depresión y pierdan más puntos en España,
dándole oportunidades a los equipos madrileños para conquistar la Liga que
tenían en la mano. Y luego vendrían las madres mías, con Luis Enrique en el disparadero.
Y en el
Madrid lo mismo. Si pasan el martes, salvarán una campaña para olvidar, pero
como caigan ante los modestos del Wolfsburgo— poco probable—, Zidane puede hacer las maletas.
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