EL
MACHADIANO VOTO DEL MIEDO
Del miedo a
la otra España, aunque ahora no lleguemos a lo que decía don Antonio Machado respecto a que una de las Españas nos helaría
el corazón. Pero para algunos, demasiados, España sigue dividida en dos bandos
irreconciliables. Y, sin embargo, también muchos estamos hasta los blandos de
eso.
Del PP
Estos días,
amigos votantes a ultranza del PP me han confesado que aun no estando de
acuerdo con el gobierno de Rajoy, y
coincidiendo en las críticas incontestables que se le hacen, lo votarán en las
próximas generales. Y otros, que no son tan leales a ese partido y censuran sin
tasa al Presidente – el que más poder ha tenido y el peor valorado en democracia-,
han coincidido en la misma aseveración, porque temen como los anteriores que
gobierne el PSOE apoyado por Podemos, o, lo que sería peor y auguran que
desastroso, fuera Pablo Iglesias quien lo hiciera con el apoyo
de Pedro Sánchez y sus socialistas,
reforzados por los grupúsculos antisistema e incluso los independentistas
catalanes y vascos, a quienes cuanto peor le vaya a España mejor para
ellos.
Es decir,
que salvo los incondicionales conservadores, que también los hay, el granero de
votos de Rajoy se nutrirá mayormente del voto del miedo.
El voto del
temor a la otra España, representada por quienes hacen de la revisión de la
historia y de sus simbolismos más recientes, de la negación de su unidad como
nación, o del rechazo a las peculiaridades ancestrales españolas – los toros,
por ejemplo-, incluso del seguidismo de ejemplos internacionales con pésima
imagen pública —los bolivarianos de Chaves
o los extremistas de Siryza y Tsipras
— su clave de bóveda para gobernar.
Olvidándose de aplicar algunas de las medidas sociales que enarbolan como
fundamentos de su ideario político. Unas veces por imposibles, otras por
ilegales, y algunas de ellas por irrealizables económicamente o ser directamente
demenciales.
Ciudadanos
Y abundan tales
precavidos, unas veces con más razón que otras, en múltiples ejemplos, pero hay
algo que debería preocupar a sus destinatarios: Ciudadanos y Rivera. Y es la duda sobre su utilidad
como antídoto de todo lo anterior, cuando han posibilitado el gobierno en
Andalucía de un PSOE hundido hasta los corvejones en la corrupción más cuantiosa.
De ahí seguramente el empeoramiento de sus perspectivas.
Claro que,
esa misma crítica, pero focalizada en Madrid, le hacen desde las filas socialistas,
por el apoyo a un PP madrileño que tampoco escapa a las malolientes
alcantarillas de todas las corruptelas imaginables.
La defensa
lógica y coherente que hacen desde Ciudadanos es que han facilitado la
gobernación a las formaciones más votadas para evitar males mayores. Y es
razonable.
Pero en el
caso que nos ocupa con los votantes cautivos del PP por miedo, la cosa se
agudiza en contra de los de Rivera por el fenómeno de los vasos comunicantes.
Argumentan muchos de los citados al principio que no tienen reparos en apoyar a
los socialistas, quienes, a su vez, han posibilitado el poder a Podemos en lugares
significativos, cuando el propio Sánchez proclamó a todos los vientos que nunca
apoyaría a los de Iglesias.
Del PSOE
En fin, un
relato político de las dos Españas, que se podría hacer perfectamente al revés
desde la óptica de los votantes socialistas más fieles. Cuando Zapatero gobernaba, recuerdo los
comentarios que me hacían algunos amigos de ese bando sobre las críticas que les
argumentaba referidas a los desastres de su gestión. La música era muy parecida
aunque la letra fuera en otra dirección: hacia los conservadores recalcitrantes,
los liberales y neoliberales, las sacristías preconciliares, los bancos y ese
todo revuelto de ‘los mercados’, e, incluso, hacia la entonces promesa de
regeneración que era Rosa Díez y su
UPyD, que calaba sus redes en el caladero del voto socialista; un calco en
aquellas circunstancias, aun con mucho menos apoyos sociales, de lo que ahora
representa Ciudadanos para el PP.
Enemigos&Rivales
Como
resumen, quienes estamos en medio y no somos cautivos de ninguna opción
política, tenemos que aguantar el encono de los forofos de cada partido, al
considerarnos bultos sospechosos en connivencia con el enemigo. Esa desafortunada alusión que tanto responde
a la idiosincrasia española. El mismo Rajoy ha definido hace poco ante los
suyos al PSOE como “el verdadero enemigo del PP”.
No cabe más
desacierto en quien tiene la responsabilidad de gobernar una nación que debería
abandonar de una vez las tesis de quienes justificaban el breve poema de
Machado. Un rival, como debiera ser, no es un enemigo. Con un rival se compite,
con un enemigo se lucha. Ante el rival se vence, se pierde o se empata, incluso
se llega a acuerdos en beneficio de los ciudadanos. Pero ante un enemigo se
mata o se muere, y el único diálogo es el de una rendición más o menos
incondicional en función de cómo se llegue de fuerzas al final de la batalla.
En tierra de nadie
Lo peor,
aparte de lo penoso que siempre ha sido para los españoles en general, es la
situación de quienes no queremos ser azules ni rojos, ni blancos ni negros ni
moros ni cristianos; nos llueven los palos de todos sitios. Y, como hemos
citado ya alguna vez aquí, nos pasa como al buen periodista sevillano Manuel Chaves Nogales en la Guerra
Civil, que tuvo que exiliarse por ser “perfectamente fusilable por los dos
bandos”.
La pena es
que mientras no seamos capaces de superar esas dos Españas, en la que se es
incapaz de ver nada bueno en ‘el enemigo’, estamos condenados a una inmadurez
política de consecuencias nefastas.
¿Cuándo olvidaremos
aquella simpleza de estar con el amigo con razón o sin ella?
No hay comentarios:
Publicar un comentario