Este juego de nuestros disfrutes, con más
pasiones que entendederas, suele removerse cuando asoma la primavera. Así, tras
la Pascua, cuando los ceros abundan en los resultados, los goles florecen con
los almendros. Y parece que se volviera al principio del campeonato, cuando se
dan lo resultados más asombrosos porque aún no se conocen bien los equipos. Si
miran las jornadas de esas épocas del año verán resultados deslumbrantes.
Y
también al final, en sentido inverso al mero juego, en cuyas últimas jornadas
también se producen tanteos que más que sorprender sonrojan; la poca vergüenza
y los vuelos de maletines tienen la culpa. Sería bueno que las sospechas de
compraventas que siempre han acompañado al fútbol se volvieran alguna vez
evidencias demostrables judicialmente y algunos acabaran donde deberían. Y no
hablamos de primar a cualquier equipo por obtener un resultado positivo, sino
por perder vergonzosamente. ¿Condenarán a alguien por ello? Lo dudo. Para dar
ejemplo negativo siempre les queda el Murcia a los impresentables que rigen
nuestro fútbol.
Finalizando la primera vuelta el Real Madrid
parecía un ciclón imbatible, con record de victorias para Ancelotti seguidas, y
un mes largo después pareciera que se les hubiera olvidado ganar. Pues miren,
ni una cosa ni otra. Los que peinamos canas, y algunos ni eso, podemos recordar
que ni el Madrid de Di Stéfano, Rial o Puskas y Gento, que pasa
por haber sido el mejor de su historia, ganaba siempre, ni siquiera tenía
asegurados los campeonatos domésticos. Aunque ganara cinco copas de Europa
seguidas, no pudo hacer lo mismo en la Liga ni en la Copa. Entonces, el Barça
de Kubala, Ramallets y Luisito Suárez
competía en igualdad de condiciones.
El lunes pasado decíamos que los blancos no
atravesaban ninguna crisis y ahora decimos lo mismo del Barça, que después de
perder con el Málaga en un mal partido dentro y alejarse sus opciones de
liderar la Liga muchos dirán que ha entrado en depresión. O que la pelea de Messi con Luis Enrique aún colea, que los problemas extradeportivos están
influyendo, etc. Y aunque todo ello tenga su influencia, lo cierto es que el
fútbol se mueve en una especie de rueda de la fortuna que es lo que en el fondo
le da su picante. Si no fuera simplemente un juego sería demasiado aburrido.
Y hay otra evidencia que no por mucho repetirla
deja de ser cierta. Los futbolistas son personas, no máquinas, y no siempre
están igual de despiertos, de rápidos o de acertados. Y no tienen tampoco las
mismas rosas en el culo un día que otro. Quienes han jugado compitiendo alguna
vez, en el deporte que sea, lo saben muy bien.
Un amigo y antiguo futbolista modesto de mi
pueblo, pero tan buen goleador en los años sesenta como persona siempre, y que
me llevé a la directiva que presidí del Murcia, Jesús Ruiz, guadalupano de pro y qepd., desgraciadamente; me
confesó que había épocas en las que no veía la portería y que, cuando la
enfilaba, le parecía más pequeña que el balón. Y otras, sin embargo, enchufaba
para dentro todo lo que le caía hasta con la uña. Venía a confirmar lo que tantas
veces se ha dicho de que los goleadores van por rachas. De ahí lo enorme y
grande de la regularidad de Cristiano
y Messi, a quienes tenemos la suerte de disfrutar en nuestra
liga tantos años. Y que nos duren.
El Madrid, simplemente y como hemos reiterado,
sufre cuando se enfrenta a equipos de enjundia en el medio campo. El otro día,
alguien de la categoría futbolística de Stielike
dijo que a él le parece Kroos un
ocho y no un cinco, y que habría que arroparle para que luciera mejor y que el
equipo blanco no se resintiera.
También el Barça, aunque juegue con su famoso
trío de delanteros, con Neymar y Suárez pululando alrededor de Messi,
precisamente en ese liderazgo tiene su punto débil. El día que no está acertado
todos los demás se nublan. Esa es la circunstancia que Luis Enrique quería
superar con sus rotaciones, pero no le han dejado. Ya veremos cómo lo
solucionan, porque ni el argentino ni nadie debería ser nunca insustituible,
como tampoco lo es nadie en la vida.
Finalmente, coincidimos con el citado Uli en
que la Liga debería tener más equipos que pudieran optar al título. A ver si la
última jornada de febrero apretara algo la cabeza.