El fútbol es
un calidoscopio de sensaciones. El Barça lo hizo de cine casi todo el partido y
el Celta le empató en dos chispazos de calidad de Aspas; buena noticia para Lopetegui,
si es que tenía alguna duda sobre el gallego, aunque no vaya a ser titular en
Rusia. Como también lo es que cinco canteranos nacionales culés continúen
formando parte de la columna vertebral del líder de la Liga. Piqué, Alba, Busquets e Iniesta serán lo mismo en la Selección,
e incluso el polivalente Sergi Roberto
podría tener opciones.
La primera
parte en el Nou Camp fue una delicia de fútbol de calidad. Cuando Messi toma la batuta todo es posible,
sobre todo si le acompaña la magia de los internacionales españoles citados.
Con su Argentina, como interpreta Maradona,
no suena igual su sinfonía porque le faltan solistas de cuerda, percusión y
viento; esos que por sí solos llenan el escenario. Con la calidad clásica de
los jugadores argentinos, efectivamente
no se puede jugar tan mal disponiendo del mejor del mundo; Sampaoli tiene mucho que hacer.
Pero la
calidad abundante no le sirvió al Barça para ganar, mientras al Celta le
bastaron pocos detalles para amarrar un punto de prestigio. Cosas de la suerte
y de Unzúe; dos palos, un gol mal
anulado y el acierto de atacar los puntos débiles culés: la banda del extremo
permanente Alba y el hueco del desubicado Paulinho,
le daban aire al campeonato liguero. Luego, el Atlético pudo recortarle dos de
los ocho puntos conjugando calidad, cabeza, corazón y suerte. Koque, Filipe, Saúl y Griezmann aportaron las tres ces
fundamentales, y la fortuna se sumó al espectáculo como postre dulzón para los
colchoneros.
Sin embargo,
a la calidad del Madrid le sobró corazón y le faltó cabeza, templanza y suerte.
Un equipo con jugadores tan distinguidos no puede dedicarse a colgar balones en
el área faltando más de media hora de partido con tablas en el marcador, por
mucho que la necesidad apretara tanto como la cortina de agua que nubló el
nuevo San Mamés. También es cierto que llegaban tan fácilmente a las cercanías del
protagonista Kepa como desacertados estuvieron
en las líneas de la verdad, hasta parecer torpes en su interior. Y, faltos de
fe, enseguida recurrieron a la mediocridad como bandera: balones a la olla en
busca de un cabezazo afortunado o cualquier rechace propicio. Olvidó el Real
Madrid que la suerte es tan caprichosa como absurdo resulta buscarla
desesperadamente. Suele sonreírle al sobrado, la del campeón, y es miserable
con el menesteroso; la vida misma.
Tras la
miel, Zidane está degustando la hiel
de los banquillos. Ya no es el técnico de las mil flores, que decían, y empieza
a ensombrecerse la buena gestión del vestuario que también se le reconoció.
Ahora, a esa cualidad tiene que echarle el lenguaje pardo del fútbol. Ese que
según sus críticos aún no maneja. Yo creo que de eso sabe lo suficiente, pero
me asalta una duda escabrosa: ¿fue el planificador de la actual plantilla?
Aunque me ilusionó la apuesta por el producto español, si fuera así lo bajaría
del pedestal ganado por la sola razón de dejar ir a Morata y no tanto a Mariano,
al que ahora tanto alaban, apostando por mantener a Bale; hubiera bastado con prescindir del galés para que el
madrileño se quedase. Y si no fuera el responsable de tan funesta decisión,
también le censuraría por dejarse manejar tan burdamente con la misma
rotundidad con que le ensalcé cuando apostó por Casemiro, seguramente en contra del palco porque el brasileño no
vendía camisetas. Dos decisiones estratégicas.
Decíamos que
los goles marcan las diferencias, y aunque es verdad que están faltando los de Ronaldo, sobre todo, aparte de las de
los medios, medias puntas y defensas
atacantes, albergo pocas dudas respecto a los que hubiera hecho Morata con la
cantidad de ocasiones que el Madrid genera incluso en los partidos infructuosos
que lo condenan.
Remar con prisas
y agobio nunca es bueno, y seguramente será tarde porque el Barça, aunque tenga
una tarde de calidad insuficiente, juega con cabeza y corazón y la suerte le
puede acompañar. Además, el Atlético y el prometedor Valencia del excelente Marcelino no se lo pondrán fácil tampoco. Temo que la espada
flamígera de don Florentino cebará
la bomba blanca. El dinero se desbocará de nuevo por el Bernabéu y ya veremos
si Zidane lo cabalga. Los augures blancos pintan lutos.
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