Siendo
las máximas estrellas de la liga escasamente emocionante que padecemos, bien
merecen estos cuatro algunas reflexiones.
Bale llegó al Madrid en expectativa de confirmar las excelencias que traía
de la Premier, avalado por la opinión de quienes le habían seguido, pero con la
losa de haber costado 16.800 millones de las antiguas pesetas; que se dice
pronto. Partiendo del disparate de esa cantidad sólo asumible por las
rentabilidades económicas aparentes que un club como el Real Madrid pudiera
obtener por él, siempre engañosas como al final de esta enloquecida etapa del
fútbol veremos, reconocerán quienes dudaban de su fichaje que es un futbolista
importante. Y además tiene el mérito de
haber empezado generando dudas por su estado físico, ahora despejadas
por su excelente rendimiento en goles y aportación al juego. Y lo hace fácil,
sin deslumbrantes alardes técnicos, como siempre hicieron los buenos de verdad
en el tiempo. Su juego es sencillo pero insuperable. Juega en largo y en corto;
dribla controlando, amagando o en velocidad; le pega con las dos piernas aunque
su buena es la izquierda; va bien de cabeza, golea, pasa a uno o dos toques,
pelea, cubre su zona y, sobre todo, es joven y lo hace sin darse importancia;
como el que juega entre amigos. Un enorme fichaje deportivo del Sr. Pérez, que todo hay que decirlo.
Otra cosa será la justificación económica. Como antes decíamos, una cosa es
hacer números sobre el papel, que lo aguanta todo, y otra la chicha real:
estamos cansados de escuchar que el Real es el club más rico del mundo pero su
deuda crece año tras año. En cualquier economía no se trata de ingresar más si
los gastos también crecen, sino que su diferencia sea buena. También conocemos
la realidad de muchas empresas que se arruinaron porque cuanto más vendían más
perdían.
Lo
de Cristiano es algo parecido, sólo
que éste lleva ya muchas temporadas al máximo nivel y creciendo. Ahora es el
mejor del mundo, con pocas dudas, pero es que lleva entre los mejores desde
antes de llegar al Madrid. La única diferencia con aquél es que, aun siendo un
profesional de excepción por la dificultad de estar tantos años en el candelero
en un deporte tan exigente como el fútbol, siempre le ha acompañado la
polémica. Y nunca por sus aptitudes deportivas. Sus cuitas le vienen de un
carácter aparentemente tan infantil – aunque yo no lo creo – que le hace
enemistarse con quienes no debería; básicamente con quienes no le rinden
pleitesía o le niegan alguna de sus indudables virtudes balompédicas. Pienso
que en realidad es un narcisismo de alguna manera justificado. Esperemos por su
bien personal que no vaya a mayores porque la vida es muy larga.
Messi está atravesando un desierto físico que como es natural le pasa
factura a su rendimiento deportivo, lesiones al margen. Y es que lo
verdaderamente portentoso es que haya hecho el carrerón de los últimos cinco o
seis años con unas condiciones naturales débiles para sus exigencias. Sólo hay
que comparar su cuerpo con el de un atleta como Cristiano para apreciar sus
carencias. Ha sido también sin ninguna duda el mejor delantero de esos años,
que no futbolista, y por todo ello tiene un mérito más que extraordinario.
Cuando hablo de goleador y no de juego pienso en la diferencia entre el Messi
del Barça y el de Argentina. Esperemos que se recupere bien y pronto por el
bien del espectáculo fútbolero.
Neymar es un caso parecido al de Bale pero en menor cuantía. Fue
más barato, con muchos agujeros negros en su fichaje que ya veremos por dando
asoman – atentos a Rosell y sus
cuates -, pero también su rendimiento es menor, de momento. Tiene unas innegables
condiciones que debería explotar antes que tarde para que no se generen las
dudas inevitables en una figura de su talla y en el club donde juega. En
conjunto le falta madurar en aspectos determinantes si quiere consagrarse como
el figurón que despuntaba. De momento funciona.
Y
llegamos a Costa. Un futbolista
venido de menos a más, con mucha mili en diversos clubes
españoles, y del que nos alegramos que por fin haya encontrado su momento. Por
lucha y perseverancia se lo merecía. Tiene gol, velocidad, fuerza y es
solidario con el juego de conjunto. Otra cantar es el excesivo carácter que a
veces asoma. Ojalá cuaje en el delantero que España necesita. ¡Suerte!
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