Lo de las campañas en contra
urdidas por no se sabe muy qué intereses bastardos es algo que siempre han
enarbolado los frescos para tapar a sus golfos, cuando no su propias golfadas,
con el fin de poner sordina a las informaciones
que les pongan en la picota a ellos o a sus instituciones, difamando al mensajero o destapador de aquéllas.
Y siempre con la misma trama: es tan gordo lo que sale a la luz que, una de
tres, se censura en lo posible usando
todo tipo de argucias, si se puede; se
ofrece una cabeza de turco menor cuando el asunto es tan imparable como
elocuente; o se niega todo desde un comunicado impersonal eludiendo las explicaciones o preguntas, o,
sencillamente, desde el silencio. Y, en todo caso, se inicia una caza de brujas
interna buscando al topo traicionero que ha filtrado las tropelías hacia
afuera, aparte de iniciar un ataque
inmisericorde contra quienes hayan osado sacar a la luz pública tales
canalladas.
De todo en la historia contemporánea
A lo largo de la historia han
sido tantas estas sinvergonzonerías que
sería prolijo enumerar hasta las más notables. Pero ciñéndonos a nuestra
historia reciente las hemos tenido de todos los colores sociales, políticos y
sindicales.
Desde aquella lejana letanía
republicana en ese sentido, en la que los gerifaltes que la gobernaron desde su mismo inicio, en 1.931, veían enemigos
por todos sitios, que, aunque los hubieron,
siempre fueron menores que sus propios actos por acción u omisión; hasta
la del Régimen personalista del general Franco, que pasó por dictadura, ‘dictablanda’ y ‘distapoco’, pero siempre con las supuestas campañas
‘antiespañolas’ por bandera, confundiendo España con los intereses de quienes
mejor vivían en aquellos larguísimos años. Y para señalar las manos ocultas de
quienes las orquestaban, lo mismo les daba las conspiraciones marxistas y
comunistas que las nunca bien definidas
‘judeomasónicas’; ni bien aclaradas
tampoco.
Frescos en la más reciente
Y llegando a las más
recientes, nos encontramos con la famosa
paranoia de Felipe González cuando
en lugar de aclarar y llevar él mismo a sus compañeros de partido y gobierno
cogidos en diversos y sucesivos latrocinios
a los tribunales, se sacó de la chistera la tan famosa como inexistente
confabulación entre los peperos de Aznar
y los comunistas de Anguita para acabar con él y lo que representaba : “Aznar y
Anguita la misma mierda…” . Así como
también la elevación de un periódico, que le sacaba los trapos sucios, a la
categoría de enemigo público principal y
obsesivo, llamándole ‘el inmundo’.
Más cerca en el tiempo
tenemos la cantinela de Rajoy y su corte señalando a diversos
medios de comunicación como inspiradores de la trama Gürtel o la de Bárcenas – alguno de ellos el mismo que
obsesionó a los socialistas - sin explicar aún la realidad de sus actos u
omisiones y, claro está, proclamando a todos los vientos sus ilustres
inocencias y limpiezas ‘patenarias’, sin sacar a la luz ni empapelar tampoco a
sus indudables golfos.
En todos los casos señalados
aparece la figura del fresco tras la del golfo implicado: el que dice que el
partido o institución de que se trate está a salvo de ningún desmán. Incluso a
veces se atrevieron a poner la mano en el fuego por algún notable sinvergüenza
demostrado, pero no se queman, como
tampoco se mojan bañándose en la cosa política demasiadas veces. Debe ser que
la frescura golfante es ignífuga e impermeable.
El sindicalismo nacional
Ahora tenemos el ejemplo de
los ERES andaluces y el de la UGT. Resulta que de aquéllos no sabían nada los
sucesivos y diferentes frescos mandamases de la Junta, y todo es una campaña de
la derecha recalcitrante, con la dignísima juez Alaya como alfil. El último
de este jaez en salir a la palestra es
el eterno Méndez – con el apoyo del
tan inverosímil como sospechoso de cualquier cosa cuando menos regular tirando
para mala, Rubalcaba- , quien arguye
que todas las mangancias de sus subordinados, muchas de ellas de un chabacano
sólo comparable al de sus protagonistas, son producto de la campaña de un medio
de comunicación. Y claro, se trata de un
supuesto ataque al sindicalismo en general, porque así como el Rey Sol
proclamaba en Francia que el estado era él, aquí y ahora resulta que el
sindicalismo son la UGT y Méndez.
-
¡Oiga! ¿y los
cuartos dónde están o en qué se han gastado?
-
Y los golfos
quiénes son y dónde están?
Ni aquellos respondieron
nunca ni éste lo hará ahora. La culpa siempre es de otros con tal de seguir
chupando del bote con descaro, alevosía y poca vergüenza. Y quien citica a la parte, por cualquier
motivo justificado o golfería, ataca al todo.
Da igual lo que sea o quiénes sean.
Si Francia era Luis XIV; la II República, la izquierda; el franquismo España o la democracia Felipe; Méndez es ahora
el sindicalismo nacional.
Del golfo público al fresco
ilustre y a la campaña paranoide sólo
media un despropósito o un robo.
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