No
será una liga más. También ha llegado al fútbol la desilusión que anida en España; hija indeseable de esa madrastra
llamada crisis económica que nos han proporcionado unos y otros con más desvaríos
que amores.
De
ello es fácil percatarse siguiendo las noticias de este verano. La mayoría de
equipos arruinados y haciendo juegos malabares para poder empezar la temporada
con alguna posibilidad de no hacer el ridículo en sus pretensiones.
Como
excepción, en primera veremos de nuevo a un Madrid goleador luchando
básicamente por batir sus marcas ligueras de la temporada pasada y por
reverdecer laureles en Europa; al marcharse Guardiola y seguir el Barsa con su encomiable política de cantera
sin disputarle un mal jugador extranjero de esos que les gustan a Mourinho y a su presidente, los
blaugranas han pasado a un segundo plano. Salvo que, ojalá, alcancen la
excelencia de su fútbol pasado y este año, con todos sus jugadores disponibles,
opten a disputarle el título doméstico. Sólo en ese caso habrá interés por la
liga. No obstante, los blancos podrían encontrar sus demonios dentro si bajan
el diapasón de resultados recientes y se
empieza a hablar en el difícil entorno futbolístico español de acomodamiento y pasotismo en algunas de sus
estrellas; posibilidad cierta por la dificultad de alcanzar de nuevo 100 puntos
y optar tan brillantemente como la temporada pasada al triunfo final. Otro
riesgo valorable es la difícil situación financiera empresarial de su
presidente en este año crucial de consolidación de todo el proyecto
futbolístico ‘mourinhista’ e inmobiliario –el nuevo Bernabéu-. Los agobios
personales podrían generar situaciones incómodas ya vividas en 2.006.
El Barsaandará probablemente este año los
inciertos caminos de confirmación de una
filosofía de fútbol y un estilo de juego tan singulares como brillantes bajo la
novedosa batuta de Tito Vilanova,
que tendrá ese reto y el de alejar los
fantasmas del maestro Pep lidiando
las inevitables comparaciones que cada jornada sobrevolarán sus actuaciones.
Eso, y el imprevisible entorno culé, con un sinfín de intereses enfrentados
entre el ínclitoLaporta y un
‘incostrastado’Rosell al que le
pueden llover las críticas si el equipo fallara, pueden generar un caldo de
cultivo suicida como el que recurrentemente ocurría antaño en el club del Nou
Camp. Es de esperar, no obstante, que siendo fieles al estilo con el que
admiraron cuatro años mundialmente disputen todas las competiciones con serias
posibilidades ganadoras.
Y
tendremos también casos infectos de otros males. El Valencia este año es fácil
que pague sus desorbitadas ínsulas de grandeza despidiendo a entrenadores
magníficos por no ganar la liga. El último ha sido Emery, quien hizo un trabajo extraordinario reinventado con éxito un equipo que en los últimos años
ha ido vendiendo a sus figuras por la ruina que tiene encima. Otro caso
singular puede ser el del Bilbao; éste por los egos de su impredecible
entrenador Bielsa y de algunos
jugadores destacados- Llorente y Javi Martínez-, quienes desean
marcharse por diversas razones y pueden convertir el vestuario en un polvorín.
Los
demás equipos, salvo la revelación de siempre que bien podrían ser el
ilusionante Sevilla de Michel o el
sinuoso por imprevisible Atlético de Simeone,
bastante harán con mantenerse en la crítica situación actual.
Por
otro lado asistiremos a las luchas internas en la cada vez más ennegrecida LFP,
con el títere Astiazarán como vocero
de los grandes y de la red clientelar que el controvertidoTébar ha urdido con el fútbol modesto por sus tejemanejes para
aliviarles de sustos mayores; el dinero, como dice mi amigo Ángel García, es la perdición.
A
nivel regional tendremos a un Murcia todavía desconocido – o demasiado
conocido- a estas alturas que, salvo ‘milagros pamperos’, paseará lánguido por
2ªA salvando con suerte la categoría
diciendo que la próxima será la buena. Y a un Cartagena, absoluta incógnita,peleando
por ascender a la división que increíblemente perdió – o no sabemos si al final
conscientemente- con la buena plantilla que tenía. El Yeclano animando su grupo
como siempre, y el UCAM será la verdadera esperanza blanca para quienes
deseamos ver a unos cuantos murcianos jugando al fútbol en categoría nacional.
Repasando
las plantillas de nuestros equipos me sigo haciendo la misma pregunta de hace
unos años: ¿Dónde están los futbolistas jóvenes de la tierra?
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