Cuando un
goleador se va... Es lo que asoma en el Real Madrid tras marcar un solo gol en
sus últimos tres partidos de Liga. Y esto no es el tópico de añorar ausentes.
Los blancos iniciaron la temporada con la piel mudada. Jugaban distinto de
cuando estaba Cristiano, asociándose rápidos a uno o dos toques, imprimiendo
velocidad a sus transiciones con todos en la misma partitura, sin solistas
estrella, con pases espectaculares en largo para cambiar el juego de banda a
banda y presionando solidariamente a una cuando se perdía el balón, incluso muy
arriba. Y, muy importante, tirando a puerta desde fuera con acierto y siendo
efectivos dentro. Pero todo eso también se ha perdido en esos mismos tres
partidos. Luego, si se trata de volver a lo de antes, que es lo más parecido a
lo visto en esos casi trescientos minutos de liga, nos falta el artillero mayor
del reino. Y acompaña otra circunstancia determinante. Ha sido contra los tres
equipos de más fuste de los enfrentados hasta ahora: el Atletic, el Sevilla y
el Atlético; justamente contra los grandes era cuando aparecía el zapatazo del
ausente para, al menos, salvar los muebles.
Este verano
comentaba con algunos madridistas que la muy posible orfandad de goles no sería
contra los equipos pequeños sino contra los grandes. En esas citas no solía
fallar el tan legendario como egoísta portugués.
El Barça
tampoco anda muy allá, y cuando no golea Messi todo son murrias. Los culés no
han variado su juego, pero este año andan más que los anteriores. Y cuando no
se corre o se hace sin cabeza normalmente pierdes. El problema de Valverde es
tan complicado como el de Lopetegui, al margen de aciertos o errores propios, porque
depender tanto del pie izquierdo de Messi como de sus diagonales supersónicas y
de su cabeza pensante puede ser ruinoso. Me decía con razón Quique López, gran
aficionado blanco, que el Barça sin el genio argentino sería un equipo vulgar,
pero lo peor es que lo sea también con él. Y eso es lo que le ha ocurrido, como
al Madrid, en sus últimos tres partidos ligueros.
Minutos
antes del partido contra el Atlético, mi colega en el Real Murcia y futbolero
de pro Faustino Cano me escribía premonitoriamente: “no me gusta eso de los
tres de arriba del Madrid. El Atlético tiene mucha fuerza en el centro del
campo. Ya veremos. Me huele mal”. Eso mismo pensaba yo, hasta el punto de
comentar que veía favorito al Atlético.
Y la lesión de Bale creo que
salvó a Lopetegui de un desastre al sacar a Ceballos para arreglar su medio
campo.
De todos
modos, siguen encabezando la tabla y esto acaba de empezar, aunque me temo que
las ausencias, las querencias y los amaneramientos serán difíciles de soslayar.
El turrón se acerca y ya veremos quién se lo come en el banquillo.
Igual que se
les acercan el Sevilla y el Atlético, con el Valencia también despertado de su
letargo inicial; los tres con plantillas muy estimables y jugadores que podrían
ser titulares en cualquier equipo del mundo, incluidos Madrid y Barça. Así que
ojo al parche. Se intuye una Liga apasionante.
EL AGUJERO
NEGRO DEL MURCIA
Al margen de
lo deportivo, hay algo que debería preocupar y mucho a la ejemplar afición
murcianista. Al parecer, los empleados llevan cinco meses sin cobrar y los
jugadores esperan recibir pronto el mes de agosto. Y esto, a final de
septiembre y con presumiblemente un millón largo de euros recién cogido por
abonos, es tan sospechoso como insólito. Los problemas económicos solían
aparecer cerca de la Navidad, cuando se acababa el dinero de los abonados, por
lo que alguien debería aclarar y pronto qué se ha hecho con ese dinero.
Si todo se
fía a la ampliación de capital en marcha, mal asunto, porque salvo que Gálvez
cumpla con lo prometido es una quimera que otros vayan a acudir a la misma.
Si al final
llevara razón el ‘experto financiero y de eventos varios’, De la Vega, y los
oriolanos tampoco aportan nada, sería para echarse a temblar. Y mucho más si no
explican qué han hecho con ese dinero. Porque no hay noticias de que se hayan
pagado deudas. ¿O sí? Tal vez alguien haya recogido velas. O varios. ¿Será que
de unos a otros hay el mismo trecho que de lunes a martes? ¡No den lugar,
señores!
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