Decíamos que
contra Alemania nuestra selección tuvo luces y ciertas sombras, y ahora
añadimos que contra Argentina reiteramos alguna, aunque corregimos otras. El
tema del medio centro, con Thiago,
continuó flojeando, de ahí que en la primera parte nos llegaran con excesiva
facilidad por el centro, y de haber contado con alguien resolutivo al borde del
área quizás ahora estaríamos hablando de otras cosas.
Sí, no nos
engañemos, con Messi hubieran hecho
algún gol más y entonces no habrían entrado los de Lopetegui en la segunda parte con la facilidad con que lo hicieron;
ellos se hubiesen cerrado para esperarnos a la contra. Es la decisiva
importancia de que juegue o no el mejor del mundo. Esto no es restar brillantez
a la goleada de Isco y compañía, que
hicieron méritos sobrados, sino tratar con cierta objetividad lo engañoso que
puede ser un resultado en el fútbol.
En la cara
buena de la moneda nos encontramos con la corrección del juego horizontal y de
ronditos. España fue más vertical y el marcador reflejó tal circunstancia.
Isco, como ejemplo, halló la excelencia jugando de media punta —casi de segundo
delantero—, que es donde mejor partido puede sacar a sus amagos, caños y
excelsa clase. Y de ahí deriva la pregunta de la mayoría como consecuencia de
sus tres goles: ¿Por qué no es titular en el Madrid? No es muy complicado
deducirlo.
En primer
lugar están los sistemas competitivos tan diferentes de la selección y de su
equipo. Nuestros seleccionados se asocian continuamente hasta encontrar un
hueco preciso, como vienen haciendo desde Luis
Aragonés. En el Madrid los huecos se buscan a base de velocidad, arreones y
‘cristianazos’. Y en esa diferencia hallamos la segunda explicación. Isco
requiere pausa para su juego y eso lo encuentra con jugadores tipo Busquets o Iniesta.
De ahí, y en
segundo lugar, encontramos la idiosincrasia de sus compañeros. Su puesto ideal
en el Madrid sería jugar cerca de Cristiano para combinar, filtrarle balones y habilitarle
espacios, pero para eso cuenta Zidane
con Benzema, que además hace tan
bien ese papel que hasta se está olvidando de golear. Por otra parte, un
jugador como Isco requiere que el equipo juegue casi para él, y eso en su club
es un imposible.
Finalmente,
está lo que tanto hemos comentado: sus propias características. Alguna vez
recordamos a Guti, afirmando que
tenía tanta clase como él, si no más, y nunca fue titular indiscutible en el
Madrid de Raúl y de los galácticos Coinciden
también en el protagonismo personal. Ni el madrileño entonces ni el malagueño
ahora representan al futbolista gregario porque respiran por sus egos. Y así
llegamos a la complicación de liderar cualquier club grande. Para ello se
requiere ser uno de los mejores del mundo, casos de Messi, por encima de todos,
y de Cristiano, que a goles no le
gana nadie. El Barça puede jugar en
torno al argentino y el Madrid para el portugués, y en esas categorías Isco ni
está ni se le espera. Todo lo demás es
darle vueltas retóricas a lo mismo: es un extraordinario futbolista, sin
ninguna duda, pero si aquellos son la primera fila él estaría en la segunda
cuando luce sus mejores destellos y claramente en la tercera si se empeña en
marear la pelota.
Como
colofón, Cristiano es capaz de llevar en volandas a su equipo en la Champions,
ahí están sus registros goleadores, y
Messi, como en Sevilla y tantas otras veces, se basta para levantar un
partido en pocos minutos perdiendo de dos o más. Por eso, afirmo sin reparos
que si hubiese estado contra España el resultado del pasado martes sería otro.
Cuestión
distinta es cómo les irá a unos y otros en el próximo mundial. Argentina, de
llegar a Rusia su media docena de puntales en buena forma, como la que exhiben
ahora Banega, Agüero y Messi, será una
de las mejores selecciones. Portugal dependerá básicamente de Cristiano, aunque
dada su soledad será difícil que tenga un papel relevante. Isco, sin embargo,
sí puede llegar a cotas muy altas porque en la selección está rodeado de una docena
de futbolistas que son y serían titulares en las mejores selecciones del mundo:
Busquets, Ramos, Piqué, Alba, Iniesta, Carvajal,
De Gea o Silva, por citar a los fijos, o son los mejores en sus puestos o lo
comparten favorablemente en el peor de los casos. Pocos combinados pueden decir
lo mismo.
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