Iba a
titular esta columna con “… y Luis sonreía desde su cielo”, pero
hubiera sido injusto. El de Hortaleza puso a jugar a los bajitos, pero Del Bosque innovó con lo del falso nueve y Lopetegui los ha sublimado exprimiendo con inteligencia a sus
peloteros, en especial a Isco; me lo
imagino pensando como el inigualable Cruyff:
si sacan tres centrales los dejamos
solos y que se marquen ellos, pero la pelota para nosotros.
A los que
acumulamos nieve sobre las orejas, raijos blanquecinos o simplemente barbecho,
nos parece todavía inverosímil que los
italianos parezcan una panda de pardillos al lado de los nuestros; hasta
el 2008 acunábamos un compendio de acomplejamientos competitivos. Pero aquel
año en Austria, de la mano de Aragonés, cambió todo, empezando por lo de saber
jugar también “el otro fútbol”, que el Sabio susurraba. Y desde entonces los
complejos deben tenerlos ellos. Nuestro fútbol adquirió brillo y hasta superamos
el eterno mal fario con el penalti del entonces atrevido Cesc.
El sábado,
nuestros peloteros dieron un recital de juego que propios y extraños, españoles
y el resto del mundo, tardaremos en olvidar. ¡Qué calidad! Y todos, además, con
Isco a la batuta. ¡Qué clase atesora el bajito malagueño! —menos mal que el
Barça no fichó a Verratti, al que
dejó retratado— ¡Y qué bella eficacia; dos tiros, dos golazos! Y también
defiende. Con la dosificación de Zidane
y la confianza perenne de Lopetegui ha pasado de la clase gutiniana al fútbol grande de Xavi
o Iniesta.
Pero no fue
el único. Busquets dictó cómo debe
jugar un medio centro: radar, colocación, anticipación, toque, apoyo, calma y exquisito
trato del balón. Ramos demostró que
más allá del poderío físico aúna calidad en defensa y en ataque, fondo y
velocidad; su carrera en el tercer gol, finalizando el partido, lo rubrica. Iniesta
puso el reposo, la personalidad y el pase intencionado; Asensio el sentido vertical y el sacrificio táctico; Silva el desequilibrio entre líneas y
la capacidad de presión en posición ajena; Koke
cubrió el campo constantemente en una brega incansable, jugando a la primera
para imprimir velocidad; Carvajal y Alba en su sitio para sujetar bien la carga italiana hacia los
costados, sobre todo por su derecha, porque por el centro España era
insuperable, adornándose el merengue con sus eficacísimas subidas clásicas; Piqué, sobrio, eficiente e inmutable a
pesar de los pitos de algunos insensatos aborregados, aunque los aplausos y
ánimos lucieron más; y De Gea
acreditó que es uno de los mejores del mundo, lanzando en largo con la destreza
de un buen pelotero, que también lo es. Y Morata
a lo suyo, que es el gol, salga todo el partido, medio o un cuarto de hora, en
cualquier equipo que juegue; desde Raúl
y Villa no ha tenido España un
delantero tan eficaz. Saúl no tuvo
tiempo de lucir su enorme clase y precisamente para Villa fue el broche final
apoteósico que la noche merecía.
Mención
especial a Lopetegui. Este joven seleccionador va camino de marcar otra época
brillante en nuestro fútbol. En el tiempo que lleva ha demostrado varias
facetas importantes: sabe elegir, gestiona bien, plantea excelentemente y tiene
una idea clara del tipo de fútbol que otorga ventaja competitiva a nuestra
selección; el que patentó Luis. Y, como guinda, no se amilana al elegir a los
que considera mejores. Mantener a Iniesta y a Reina, haciendo guiños a Rico
o al mismo Casillas; llamar a Aspas, Suso, Roberto, Asenjo, Nacho, Deulofeu, Monreal, Kepa y repescar a Villa lo acrisolan; es ajeno a edades,
currículum, nombres y nomenclaturas. En eso, que lo engrandece, recuerda más a
Luis Aragonés que a Del Bosque, aunque a ratos su mesura le acerca al marqués. Valentía,
cabeza, trabajo silente, viajes constantes, organización y equilibrio; la mejor
mezcla para un seleccionador.
Pero esto no
es nuevo; ya lo glosamos antes. Con Lopetegui España ha hecho desde sus
principios un trabajo magnífico aunque tuviera críticas en algún momento. Al
final, como en la economía y las matemáticas, los números son muy cabezones y
dejan las cosas en su sitio. El fútbol es más juego que ciencia, pero los
resultados también mandan y hasta el momento son inmejorables. Y en lo
personal, le honra su recuerdo agradecido a Villar, a pesar de tanto desmán.
Muchos
esperamos con ilusión que llegue la cita mundial de Rusia; el próximo junio
puede anticiparnos la alegría de las vacaciones. Estos peloteros nos hacen
soñar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario