OTRA LECTURA
DEL REMOZADO PP
O del
pretendido nuevo PP, que quizá sería más claro. Albergo dudas sobre si los
cambios que alguna vez enjaretan los populares se los hacen amigos o enemigos.
Y es que, tras la tibia reflexión reciente echando la culpa de sus males a la
comunicación política, desde la base de que la gestión llevaba a cabo ha sido
buena, empiezan por un debilitamiento de su identidad corporativa encerrando
tanto su charrán como sus siglas en un círculo, con el añadido del apelativo
común en plural, populares, a modo de cola de un cometa no sugerido por ninguna
parte.
Ni gestión ni comunicación
Además de
que la comunicación no ha sido mala, sino peor – lo de Floriano es el paradigma – y de que la gestión política
gubernamental que han desarrollado con su mayoría absoluta ha devenido en
estéril, y ese es el verdadero problema, ocurre que han tenido a sus peores
enemigos dentro: la corrupción como plaga ha oscurecido cualquier atisbo
positivo tras sus tres años y medio a los mandos del timón español.
El gobierno
de Rajoy confundió desde el
principio los fines con los objetivos, y claro, usó los medios inadecuados. Si
el fin era sanear España reduciendo su déficit público, y para eso reformaron
la Constitución de la mano del PSOE, todavía en el poder, no es de recibo que
pasado el tiempo continúe engordando la deuda pública española – de 600.000 M
de Euros cuando llegaron al Billón largo que dejarán tras cuatro años, tan
impagable como la deuda griega – porque no han logrado reconducir el gasto a
pesar de haber sangrado a los españoles con una subida de impuestos tan brutal
que no la llevaban ni los de IU en su programa en 2011. ¿Algún lumbrera de los
de Montoro calculó, por señalar un solo ejemplo,
qué ocurriría con las miles de pequeñas empresas a las que subieron el IVA del
8 al 21%? Fueron micro empresarios de sectores culturales, de ocio y
deportivos, la mayoría votantes suyos, a quienes hicieron cerrar o pasarse a la
economía sumergida para poder subsistir, porque con la crisis encima era imposible
subir ¡un trece por ciento! los precios a sus clientes.
Hemos
reiterado que se dedicaron a ahorrar donde no debían porque no tuvieron valor
para meter la tijera en cualquier gasto que sonara a mamandurrias clientelares;
ni propias ni ajenas. Y, de paso, le dieron un eje muy potente a la oposición
por aquello de la supuesta austeridad, que tanto les ha servido elección tras
elección; y lo que queda.
Tiro al votante
Es decir,
que machacaron a sus votantes y les dieron armas a sus contrarios. O lo que es
lo mismo, son malos en comunicación pero aún peores en gestión. Y dentro de su
tremenda confusión no quieren ver la evidencia: hay millones de ciudadanos que
les votaron en el 2011 que se cortarían una mano antes de votarles de nuevo. ¿Y
saben por qué? Pues porque siguen siendo los mismos. Se lo dijo el propio Aznar el otro día: o cambian
radicalmente o están muertos. Lo del miedo no funciona y los votantes rehenes
van a menos.
La quema del nuevo
Y ahora van
a quemar a los escasos nuevos que han puesto en primera fila. Como ocurrirá con
el prometedor Pablo Casado en cuando
pasen unos meses y siga teniendo de telón de fondo a los de siempre, con el
propio Rajoy y su compadre Arenas,
entre otros, y el añadido plúmbeo del chico listo Moragas.
Ver al nuevo
responsable de comunicación del PP presentar como un hallazgo el nuevo logotipo,
fue todo un poema de tristeza rimbombante. Seguramente se estudiará en primero
de comunicación corporativa como un ejemplo de lo que no se debe hacer nunca.
Porque, señores peperos, encerrar a un charrán, que no gaviota por aquello de
carroñera; uno de los dos mejores símbolos de identidad política en España – el
otro es la rosa socialista– , que sugiere vuelo alto, libertad, sueños y
futuro, en un círculo, junto con su eficaz acrónimo PP, significa caparlo,
limitarlo, enclaustrarlo o encarcelarlo. Claro que, pensando mal, igual les ha
traicionado el subconsciente; solo les ha faltado sombrearle una reja.
Un chiste y una pena
Tras su
desconocida, por triste, sonrisa, diciendo que se trataba de centrar la
identidad, como hallazgo del nuevo PP que pretenden, me acordé del chiste del
ciego que parecía acariciar a su perro por detrás, y unas piadosas damas se le
acercaron para encomiar su actitud. Aquel atribulado hombre, tras unos segundos
negando con la cabeza, les espetó con crudeza que estaba centrándole para darle
una patada en los c….., porque le había tirado al suelo de un tirón un momento
antes.
Las cabezas
pensantes del PP deberían hacer caso a su antiguo presidente y cambiar hasta
las cortinas de la calle Génova, además de dedicarse a gestionar bien y, desde
luego, a comunicar mejor. ¡Qué pena de ave simbólica, de siglas, de partido y
hasta de votantes de buena fe! Esos que han dejado fuera de su círculo como
‘populares’; cosa normal, por otra parte, en el PP de Rajoy, que sigue con
aquello de que gracias a él no nos rescataron.
Pero don
Mariano, hombre, ¿lo de las antiguas Cajas no fue un rescate? Pues –
discúlpenme la nueva licencia – como en el chiste clásico de la vigilia de los
viernes, en vez de carne sería bacalao.
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